Taiwán, una fortaleza innovadora asediada por la ambición china durante la crisis de Ucrania
El significado de China es ‘nación central’, y los expertos coinciden en decir que su reunificación con el arsenal tecnológico de Taiwán la convertiría en una auténtica potencia económica alrededor con hegemonía mundial. Supondría un verdadero giro copernicano en las reglas de juego geoestratégicas, donde Taiwán se articula como una pieza crucial. Hablamos de una ‘isla rebelde’ tecnológicamente avanzada y con una gran apuesta por el I+D, dedicada a estimular su tejido industrial y el crecimiento de sus empresas y proyectos de investigación. Se trata, por ejemplo, del primer productor de microchips, indispensables para la industria tecnológica global. Además,
es la puerta al mar de la China Meridional, por el estrecho de Malaca, por donde transita el 60% del tráfico marítimo del mundo. Aismismo medios auspiciados por el gobierno chino llevan amenazando desde hace dos años con «borrar del mapa» a la presidenta de Taiwán, Tsai Ing Wen.
«Un conflicto en el estrecho de Taiwán sería equiparable a un infarto en el corazón de la economía mundial», apunta Oriol Farrés, coordinador del Anuario Internacional Cidob
Mapa de la zonaUn bastión democrático que vive una escalada de tensión con China. De ahí que Oriol Farrés, coordinador del Anuario Internacional Cidob
, afirme que «un conflicto en el estrecho de Taiwán sería equiparable a un infarto en el corazón de la economía mundial». Un escenario que no resulta descabellado, dado que el gobierno estadounidense lleva advirtiendo, desde febrero, que centrarse demasiado en Ucrania puede dar pié a que China actúe sobre Taiwán. Como resaltaban recientemente fuentes del Ejecutivo europeo a Europa Press, «el presente y el futuro del Indo-Pacífico es crucial para el futuro de Europa. Especialmente porque somos uno de los principales aliados comerciales: cerca del 40% del comercio exterior de la UE pasa por el mar de China Meridional». Un ataque supondría un cuello de botella en la cadena mundial de suministros.
Pero Farrés matiza que muchos analistas consideran, que China no dispone aún de pólvora suficiente para garantizar una intervención militar exitosa. Sin embargo, «parece estar cada vez más cerca de lograrlo, porque ha testado recientemente misiles hipersónicos que podrían cambiar el equilibrio de fuerzas», agrega este experto. Asimismo, el ministro de Defensa de Taiwán, Chiu Kuo Sheng, afirmaba en octubre que China tendrá la capacidad de lanzar una invasión sobre la isla para 2025, después de que 149 aviones militares chinos, incluidos bombarderos, sobrevolaran la zona de defensa aérea de la isla durante cuatro días.
Por razones tecnológicas e históricas China aspira a la reunificación con Taiwán, primordialmente de manera pacífica, bajo el principio de ‘Una Sola China’. Además, desde 2005, dispone de una ‘Ley Anti-secesión’ que define a Taiwán como parte integrante de la República Popular China y describe una serie de límites que, de sobrepasarse, impulsarían una intervención militar. «Existen una serie de líneas rojas claramente definidas que no se han cruzado, lo que permite que, por el momento, impere un statu quo que beneficia a ambas partes. Pero este equilibrio es cada vez más precario, debido a la creciente rivalidad entre China y EE.UU. y a la modernización de las fuerzas armadas del gigante asiático. Y otro factor que hace peligrar el status quo, y que siempre está presente, es que Taiwán presente una posible declaración unilateral de independencia, lo que detonaría una respuesta china», explica Oriol Farrés, experto del Cidob.
La proeza taiwanesa en convertirse en una fortaleza de innovación que algunos llaman ‘milagro económico’ se debe, según detalla el experto del Cidob, en que su economía contó, en el contexto de la Guerra Fría, con una serie de reformas internas efectivas que generaron capital y condiciones favorables para su desarrollo. Todo ello, sumado a una generosa inversión extranjera, convirtió al país en uno de los ‘tigres asiáticos’ que se beneficiaron de la exportación de productos –especialmente tecnológicos, inicialmente de baja gama–que acuñaron el famoso ‘Made in Taiwan’.
Llegados a este punto, el país se especializó también en el desarrollo de ordenadores, y en los famosos semiconductores, que hoy le otorgan un papel esencial en las cadenas de producción global, sobre todo a través de la empresa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). Una compañía que copa la producción mundial de los chips (en torno al 90% de los más sofisticados, que son los que operan en dispositivos de alta gama, y un 54% del total, según Visual Capitalist).
Silicon Valley asiático
Así Taiwán es hoy una isla tecnológica donde se sitúa el Silicon Valley asiático y los ‘hubs’ de innovación que están compitiendo con Estados Unidos. Son los frutos de una economía que apuesta por la investigación. El gobierno de Taiwán ha puesto un especial enfoque en la estimulación de sinergias entre empresas de I+D y en facilitar la transferencia de conocimiento tecnológico del sector público-privado, creando para ello incentivos fiscales y el parque industrial en Hsinchu (HSP).
En este enclave, que agrupa el 15% del PIB de Taiwán, operan cuatrocientas empresas de alta tecnología, creando un ecosistema que aúna en el mismo sitio a la Universidad Nacional Tsing Hua (NTHU) y la Universidad Nacional Chiao Tung (NCTU), junto al Instituto de Investigación de Tecnología Industrial de Taiwán (ITRI), que permiten que las investigaciones y las ideas innovadoras lleguen al mercado o se materialicen en empresas especializadas en distintas fases de la producción de los dispositivos tecnológicos.
En ese ambiente se planeó situar en Taoyuan, la base del programa nacional de la Agencia de Desarrollo del Silicon Valley de Asia (Asvda). Un entorno en el que surgió el ‘Centro de Innovación Hutoushan’, un parque científico para el desarrollo 5G que, según los portavoces de Taoyuan, «impulsa la búsqueda de talento extranjero para obtener un mayor valor agregado». En aras a esa sinergia se han materializado acuerdos de libre comercio entre las capitales, Pekín y Taipei, y facilitado la operativa empresarial en ambos territorios. Sin embargo, China sigue oponiéndose a que Taiwán entre a formar parte de otros acuerdos regionales de libre comercio, castigando con ello a su economía.
Y todo ello a pesar de que Pekín necesita una cantidad cada vez mayor de semiconductores. De hecho, ya es el principal cliente de Taiwán en chips de alta gama, «llegando a doblar su demanda en una década, hasta los 160.000 millones de unidades», asegura Farrés. Una tendencia que no decrecerá hasta que el gigante asiático alcance su objetivo de autosuficiencia tecnológica. Mientras tanto, Pekín sigue dando muestras de unos intentos de control que evidencian su apuesta por conseguir la reunificación, un sentimiento totalmente opuesto al de las generaciones más jóvenes de taiwaneses, que ya no creen en esa idea.
Estar alerta
Para el portavoz del Cidob, «no cabe duda que China observa la respuesta de EE.UU. y de sus aliados de la OTAN a la ofensiva rusa como un posible indicio de lo que supondría una invasión china de Taiwán. También Washington y sus aliados en Asia, como Japón o Australia, están tomando nota sobre la importancia de una respuesta coordinada a una posible invasión». Además China puede dañar mucho más la economía internacional con sus represalias económicas que Rusia y si llega a ocupar Taiwán puede quedarse con el arsenal avanzado que la EE.UU. le ha ido proporcionando. Por todo ello, aunque Pekín busque distanciar su agenda en Taiwán de la invasión rusa de Ucrania, puede emplearla como mecanismo de presión psicológica.
Águeda Parra, analista del entorno geopolítico y tecnológico de China de la
Fundación Alternativas y autora del libro `China y las rutas de poder´
, no considera que ahora vaya a ser el momento para que China haga un movimiento, después de lo que está pasando en Ucrania. En este panorama a nivel empresarial, señala Parra «Taiwán y Japón están en la `misma sintonía´ de lo que es la producción industrial, se necesitan entre sí para completar los pasos en la cadena tecnológica que da lugar al producto final. Mientras que Estados Unidos es más un benefactor y da soporte geopolítico a la isla. Y la UE tiene una actuación mediadora. Intel ha dicho que pondrá una fábrica en Alemania, eso es un inicio de que Europa empieza a formar parte de la cadena de suministros, y no sola importadora».
La analista recuerda que «en 2049 se cumplirá el centenario de la República Popular China, y el gigante asiático establece esa fecha como el momento en que volverá a unirse con Taiwán. Mientras, algunos expertos consideran que será en torno a una década el tiempo que tardará el gigante asiático en alcanzar el nivel de desarrollo de I+D con chips avanzados». Siendo muy optimista o no ese plazo, China pagaría ahora un precio muy alto por una guerra que tendría un fuerte componente de autodestrucción mutua. Eso quizás es una garantía de tranquilidad para la isla de innovación de Taiwán, pero la sombra del gigante asiático seguirá siendo alargada.