Gasolineras colapsadas y mucha afluencia en el primer día de descuentos: «Hemos tenido muchas quejas»
Algunas gasolineras de Repsol han despertado casi cerradas por problemas para quitar los 20 céntimos por litro del tíquet; en otras se acumulaban los conductores para llenar el depósito.
El día ha amanecido frío, en el clima y en algunas gasolineras. Ante el esqueleto abierto del estadio Santiago Bernabéu, unos conos de tráfico impedían el paso a la estación de Repsol de la avenida de Concha Espina, una de las más concurridas a primera hora de la mañana. «Lo siento, maestro, no sé si voy a poder atenderte», se excusaba uno de los trabajadores a un hombre que quería comprar el pan y el periódico. «Estamos como cerrados… Llevamos una hora así», explicaba a las nueve. A esa hora, el sistema informático, al menos, de Repsol se había caído, saturado por los cambios para incluir el descuento de 20 céntimos por litro de carburante decretado este martes por el Gobierno de Pedro Sánchez.
«Se ha ido el sistema, han estado jugando tanto esta noche con él que se ha caído», repetía el empleado de Repsol mientras despachaba a los pocos que entraban. «Hoy están perdiendo dinero entonces», señalaba Manuel, el portero de un local cercano, mientras esperaba a que el ordenador se prestase a cobrarle por el periódico. «Bueno, perdemos, y lo que hemos perdido», se resignaba el empleado. Los empresarios del sector han aguantado varias semanas con los precios del petróleo al alza y, a partir de este viernes, las gasolineras abonarán 5 de los 20 céntimos de descuento (el Estado, los otros 15 céntimos). En una estación promedio, que vende unos 200.000 euros de carburante al mes, el real decreto del Ejecutivo supone adelantar 40.000 euros mensuales.
Los previsibles fallos de los sistemas informáticos han retrasado la puesta en marcha de la medida que entraba en vigor esta medianoche. Después, el balón de oxígeno tanto para transportistas como conductores se ha notado en las estaciones, que han recibido más afluencia. «Hasta hace una hora o así no se ha podido hacer el descuento, hemos tenido mucho lío y quejas», reconocía pasadas las 9 de la mañana el empleado de la gasolinera BP enclavada en el cruce entre las calles de Francisco Silvela y Príncipe de Vergara.
Hay trasiego tras varias semanas de repostajes a medio gas, en las que esta BP facturaba unos 1.000 euros menos por turno, de los 2.000 euros habituales. «Ahora coche que viene, coche que quiere llenar el depósito», asegura un reponedor, que corre de un puesto a otro para introducir las mangueras en los vehículos, «estamos teniendo mucho jaleo». José María, un profesor de 48 años, llenaba el depósito de su antiguo Ford Focus después de probar suerte en una Repsol cercana, todavía con el sistema informático colapsado. «Sí, he venido hoy para llenarlo, en las últimas semanas echaba lo justo. Si antes me costaba unos 55 euros, ahora es casi el doble», escenifica. Los carteles brillan con los precios actuales del carburante, el descuento se hace en caja y aparece al final del tíquet: «Aplicada bonificación del Real Decreto Ley-6/2022 del 29 de marzo».