«Fabricamos patatas fritas desde 1943 y nunca nos habíamos encontrado con una situación similar»


Lidia de La Hija, responsable comercial de Patatas Fritas La Azucena, asegura que solo tienen «reservas de aceite de girasol para dos meses». Las compras que antes se hacían a Ucrania se han interrumpido tras la invasión rusa en un país que era el primer proveedor extranjero de España de maíz y de girasol y el cuarto en trigo. «Fabricamos patatas fritas desde 1943 en Madrid y no nos habíamos encontrado nunca con una situación similar a la actual», explica. De momento, De La Hija no tira la toalla y asegura que en la empresa familiar que dirige se afanan por buscar otras soluciones: «Si utilizas el aceite de oliva, cambia el sabor del producto. Tendríamos que sacar un producto nuevo y probar si le gusta o no al consumidor», aclara.

En Patatas Fritas La Azucena también barajan traer aceite de Argentina y Sudáfrica, pero De La Hija indica que el proceso no es sencillo: «La UE tiene que autorizar las exportaciones y, además, la cosecha de Argentina no sale hasta dentro de dos meses. Además, gran parte de este aceite de girasol ya está apalabrado con empresas de otros países».

La invasión rusa en Ucrania ha acabado de golpe con la llegada del aceite de girasol a España, que recibe de este país más del 60% del total que utiliza para la elaboración industrial, pero también para venta directa al público. No solo se racionan las botellas de este producto en los supermercados, sino que también escasea en la industria. Empresas de aperitivos, frituras, bollería o conservas aseguran que siguen utilizando las reservas acumuladas antes de que comenzara la guerra, pero el ‘stock’ está a punto de agotarse. También hay compañías que no llenaron los almacenes y que podrían verse abocadas al cierre hasta que encuentren otras alternativas de producción.

En concreto, las empresas fabricantes de conservas de pescado pasan por apuros en los últimos días. El secretario general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas de Pescados (Anfaco-Cecopesca), Juan Vieites, afirma que el sector sufre una «tormenta perfecta» por el coste y escasez de las materias primas, la resaca de la pandemia y los paros del transporte. Como consecuencia a meses de problemas acumulados, muchas plantas conserveras de Galicia se han visto abocadas al cierre temporal. «Hay mucha incertidumbre y preocupación, se está atacando al sector conservero y no vemos que se tomen medidas adecuadas para salvar la situación», critica Vieites.

«Utilizamos aproximadamente el 55% de girasol y el 45% de oliva en las conservas; pero hasta que llegue la próxima campaña en agosto y septiembre, en España seguiremos sufriendo una escasez importante y los precios se han casi triplicado a estas alturas», apostilla Vieites.

Mientras, las compañías alimentarias buscan urgentemente otras alternativas viables, entre las que se encuentran la compra de aceite de girasol producido en Argentina, Brasil o Sudáfrica. También investigan con productos vegetales sustitutivos, como el aceite de oliva o el de soja. El director de la Asociación de Industriales, Envasadores y Refinadores de Aceites (Anierac), Primitivo Fernández, se muestra optimista y cree que las empresas españolas encontrarán una solución al problema a corto plazo. «Estamos empezando a localizar aceites en Argentina y en Sudáfrica; al mismo tiempo, se empieza a desbloquear el transporte de mercancías por barco que viene de Rumanía y Bulgaria a través del mar Negro», indica en conversación telefónica.

Sin embargo, Vieites recuerda que las empresas españolas tienen que competir en el mercado global y que hay normas comunitarias que no permiten traer aceite de determinados países. Por ello, exige flexibilidad a Bruselas en este ámbito: «En una situación excepcional, hay que tomar medidas excepcionales y lo que no se puede hacer es desabastecer al mercado porque, si no, faltarán algunos productos para la venta final», sentencia Vietes.

Desde el Ministerio de Agricultura se centran en acciones orientadas a a aumentar la producción en suelo nacional, Así el titular del ramo, Luis Planas, ya ha avanzado que el Gobierno aprobará el próxima martes un paquete de medidas enfocado a permitir que la mayor parte de las siembras que se detraigan de la superficie dedicada a barbecho o a cultivos de interés ecológico se destinen a incrementar la siembra de materias primas que antes se importaban de Ucrania, como el girasol o el maíz.

Planas argumentó que el girasol necesita menos agua y también de menos fertilizantes, «que ahora están más caros», y que el interés está en este cultivo, del que se extrae, entre otras cosas, aceite de girasol, que ahora escasea por el conflico bélico en Ucrania.

Un as en la manga

Pero, ante este escenario de escasez, España cuenta con un as en la manga: el aceite de oliva que se fabrica en nuestro territorio. «Somos el primer productor mundial de aceite de oliva y este año hemos tenido una buena cosecha», remarca Fernández. La solución para utilizar este oro líquido estaría en utilizar aceite de oliva refinado para evitar que solape el sabor de diferentes productos como las patatas fritas o los dulces o bollería.«El aceite de oliva no nos sirve de sustituto para muchos productos por su sabor, que no es neutro, y por su consistencia», dice, por su parte, el secretario general de Produlce, Rubén Moreno.

En la asociación Produlce ya trabajan en encontrar recetas que se parezcan lo máximo posible a las que incluían aceite de girasol. «Llevamos ya tres o cuatro semanas con la gente del departamento de I+D para encontrar otras fórmulas alternativas», relata el secretario general de Produlce, Rubén Moreno. Además, el escenario de paros del transporte suponen una rémora a este proceso de búsqueda de fórmulas alternativas: «No llegan las materias primas y no sabemos cómo vamos a capear las dos semanas siguientes».

A esto se une que el escenario actual de cuellos de botella podría derivar en una aumento de precios que añada presión a la espiral inflacionista. Aunque Moreno no confirma que la escasez de materias primas conllevará un encarecimiento de los precios, sí responde que «las perspectivas no son buenas». «La situación es muy tensa y todos la estamos experimentando: desde industrias al consumidor. La inflación que llevamos acumulada en el mercado de la energía añade más tensión si cabe», pronostica

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