La transformación cuántica encuentra la tecla de la colaboración
Estudiar la aplicación de la computación cuántica en cinco industrias estratégicas es la misión de CUCO, el primer gran proyecto de colaboración público-privada en España sobre esta disruptiva tecnología que permitiría resolver problemas de cálculo que hoy son imposibles de descifrar. «Buscamos resolver casos de uso de la industria existentes que actualmente no se pueden resolver con computación clásica de manera eficiente. El objetivo es identificar o crear algoritmos cuánticos equivalentes a los clásicos e implementarlos en diferentes tipos de ordenadores cuánticos», dice Víctor Gaspar, responsable de desarrollo de negocio en GMV, una empresa española que coordina CUCO, en el que participan otras seis compañías, cinco centros de investigación y una universidad.
«Mientras que un algoritmo clásico puede tardar años en ejecutarse, uno cuántico podría tardar segundos», dice Gaspar. Esa potente velocidad de cálculo se traduce en menor consumo de energía, mayor eficiencia y resultados más precisos. Con la intención de avanzar en la aplicación de la computación cuántica en usos prácticos, CUCO realizará una investigación industrial para llevar a esta tecnología de un nivel de madurez tecnológica TRL 2 a TRL 3. Esto significa que algunos experimentos de computación cuántica avanzarían en su desarrollo y comenzarían a pasar por entornos de laboratorio.
Actualmente no tenemos la capacidad de calcular todo con exactitud. Por ejemplo, el seguimiento preciso por satélite de una mancha de petróleo en el mar requeriría el procesamiento de miles de gigas. «Hoy en día se trabaja con modelos simplificados para conseguir aproximaciones muy útiles de estos cálculos, pero no dejan de ser aproximaciones», dice Víctor Canivell, cofundador de Qilimanjaro Quantum Tech, otra de las empresas que forman parte del consorcio en el que también participan BBVA, Repsol, Amatech, Multiverse Computing y DAS Photonics.
Con un presupuesto de 7,3 millones, CUCO ha recibido una subvención que cubre el 60% de su coste total a través del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), una entidad pública dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación. «Los grandes actores europeos, tanto empresariales como gubernamentales, están muy implicados con la computación cuántica. Es por ello crucial, en España, subirse al carro y dedicar esfuerzos a ponerse al día en este tema», dice el cofundador de Qilimanjaro, una startup española que desarrolla computadoras cuánticas.
Tecnología disruptiva
En todo el mundo, el desarrollo de la computación cuántica podría llegar a generar un impacto económico anual de 850.000 millones de dólares para 2040, según un informe de la consultora Boston Consulting Group. Al hacer posible la resolución de problemas hasta ahora indescifrables, esta disrupción podría desbloquear el acceso de las empresas a soluciones que actualmente no existen. Por ello, CUCO se centra en posibles aplicaciones para cinco industrias estratégicas de la economía española: energía, finanzas, espacio, defensa y logística.
«Nosotros analizaremos sus implicaciones desde el punto de vista del sector financiero», dice Escolástico Sánchez, responsable de investigación y patentes de BBVA, un banco que lleva más de tres años con una línea de investigación abierta en computación cuántica. Fruto de ese proceso, BBVA ha colaborado con varias empresas para realizar seis pruebas de concepto sobre diversos posibles casos de uso detectados en sus líneas de negocio.
Con CUCO, el objetivo inicial del banco es optimizar cálculos matemáticos para que las carteras de inversión ejecuten una diversificación de activos que logre minimizar riesgos y maximizar rentabilidades. «El objetivo es más amplio. Queremos investigar casos de uso de esta tecnología en el sector financiero. Tras estos años de investigación, creemos que en problemas de optimización (minimización del riesgo en una cartera, por ejemplo) y en problemas de simulación de variables financieras (por ejemplo, la rentabilidad de determinados activos) la ventaja cuántica puede estar cercana», explica Sánchez, quien espera que las decisiones de gestión sean mejores, más rápidas y con mejor riesgo como resultado de estas líneas de investigación que desarrollarán en CUCO.
En buena posición
La computación cuántica es una de esas áreas en las que España goza de una buena posición, en comparación con otros países de la Unión Europea. «Tenemos grandes expertos en el mundo académico y una incipiente red de startups que se centran en tecnologías cuánticas», dice Canivell, de Qilimanjaro, quien hace hincapié en el hecho de que hay varias empresas del Ibex que han iniciado proyectos cuánticos, como es el caso de BBVA. Mientras tanto, a nivel gubernamental se ha dado apoyo a proyectos como CUCO y Quantum Spain, coordinado por el Centro Nacional de Supercomputación (BSC). En CUCO también participan la Universidad Politécnica de Valencia y los centros de investigación BSC, CSIC, DIPC, ICFO y Tecnalia.
Sin embargo, posiblemente el mayor reto para seguir avanzando en este campo científico es la dificultad para retener y atraer talento del exterior. «Si ya es difícil encontrar profesionales en ciberseguridad o inteligencia artificial, en computación cuántica es extremadamente complicado», dice Gaspar, de GMV.
Otro problema que dificulta su desarrollo es el desconocimiento generalizado sobre los posibles efectos disruptivos que trae esta incipiente ola de cambio tecnológico. «El aprovechamiento eficaz de estas tecnologías requiere de la disponibilidad de expertos a nivel nacional, por lo que es crucial fomentar su desarrollo y formación», concluye Canivell.
Un océano de información en un ‘cúbit’
Los sistemas cuánticos usan un tipo de bits llamados ‘cúbits’. Mientras que los ordenadores convencionales emplean bits, con un lenguaje binario de 0-1, las supercomputadoras cuánticas usan ‘cúbits’ que albergan multitud de probabilidades con las que realizan miles de cálculos. «Con unos pocos ‘cúbits’ se puede albergar una gran cantidad de información», dice Canivell.
Hay ‘cúbits’ lógicos y físicos. Los lógicos son teóricos y no tienen errores, mientras que los físicos son tangibles en los ordenadores cuánticos. Un problema a la hora de dar usos industriales a la computación cuántica es que los físicos dan muchos errores debido a diversos factores. Una forma de reducirlos es incrementar su número, pero los ordenadores más grandes tienen hasta 100 ‘cúbits’ físicos. «Se estima que se necesitarán un millón de ‘cúbits’ físicos para tener entre 100 y 1.000 lógicos. Esas máquinas podrían existir dentro de la próxima década», dice.