El BCE se resiste a subir los tipos de interés


La reunión de diciembre del Consejo de Gobierno del BCE ya se preveía difícil, pero la Reserva Federal estadounidense ha elevado todavía un poco más el listón que desafía a Christine Lagarde y añade un grado de dificultad a su dilema: cómo abordar el repliegue de sus estímulos monetarios sin provocar turbulencias en los mercados financieros y sin subir los tipos de interés, pues si bien la autoridad monetaria estadounidense ha anunciado ya tres subidas para 2022, Lagarde se resiste a seguir ese camino. La aparición de la variante ómicron del coronavirus y el alza de los contagios a las puertas de las fiestas navideñas ha creado un nuevo, aunque conocido, foco de incertidumbre sobre la actividad económica en la zona euro. Y la inflación sigue sin dar tregua, por más que los datos del banco de estudios de la institución se empeñe en que los máximos se tocaron en noviembre. Del encuentro de hoy se espera que el BCE confirme que al término del primer trimestre de 2022 finalizará el plan extraordinario antipandemia (PEPP), lanzado en marzo de 2020 y que ha sido el instrumento clave para garantizar la estabilidad financiera durante la crisis, el elemento que ha permitido mantener las primas de riesgo bajo control. Pero también debería ir concretándose la fórmula con la que prolongará las compras de activos el año próximo, ya en menor cuantía, y con el fin de evitar turbulencias financieras en ausencia del PEPP. Y todo esto cuando Lagarde comienza a estar en el objetivo de muchas críticas por no ocuparse de lo que exclusivamente le encarga su mandato, el control de la inflación.

El BCE compra en la actualidad alrededor de 70.000 millones de euros al mes en el marco del PEPP, más 20.000 millones de euros cada mes en su programa de previo a la pandemia de compra de activos (APP). En Pimco prevén que este ritmo se mantenga en términos generales durante el primer trimestre y que a partir de entonces haya un descenso gradual hasta un ritmo entre los 40.00 y 60.000 millones al mes durante el segundo trimestre. “Esto podría adoptar la forma de una dotación de transición de entre 200.000 y 300.000 millones de euros durante nueve meses”, explica Konstantin Veit, gestor de carteras de PIMCO.

Las opciones del BCE como alternativa al final del PEPP pasan por elevar, o incluso duplicar, el ritmo actual de compras del programa PEPP o por crear un nuevo programa puente, como apuntan desde Pictet, por unos 200.000 millones de euros, que incluyera los 100.000 millones que pueden quedar del plan antipandemia, dotado con un total de 1.85 billones de euros.

En Goldman Sachs también apuntan a la creación de una dotación temporal por 120.000 millones de euros desde el programa APP. Pero los expertos aguardan sobre todo a que el BCE se dé margen de maniobra y apueste por la flexibilidad, con la posibilidad de seguir disponiendo de los recursos sobrantes del PEPP con su misma flexibilidad y de reactivarlo si la situación se complica, para garantizar una reacción rápida. Con la opción de saltarse la regla de la clave de capital, por la que adquiere deuda de un país en función de su peso en el capital del BCE, si la situación financiera se complica. Tal flexibilidad fue esencial para rebajar las primas de riesgo española e italiana en la primavera de 2020 y para comprar deuda soberana griega. El Consejo debería decidir hoy en qué medida rebaja las compras mensuales de deuda en 2022, aunque quizá prefiera esperar a principios de año, cuando los datos de inflación le den la razón a las premisas de Lagarde en mayor medida que ahora. En Goldman no lo descartan ni tampoco en Pictet, donde sí prevén en todo caso que las compras de activos del BCE el año próximo se reduzcan casi a la mitad, de 1,1 billones de euros en 2020 y en 2021 a 570.000 millones de euros en 2022, una vez que se haya consolidado la recuperación económica y descienda con ello la necesidad de los gobiernos de emitir deuda soberana.

El BCE también anunciará hoy nuevas estimaciones de inflación y crecimiento, que incluyen por primera vez la proyección para 2024. Se espera un significativo dato en las previsiones de IPC, que Goldman Sahs calcula en el 2,7% en 2022, del 1 , 6% en 2023, frente a la estimación actual del 1,5%, y del 1,8% en 2024. Los mercados esperan que el BCE modifique ligeramente su discurso en cuanto a la provisionalidad de la inflación, pero nadie cuenta con decisiones sobre el alza de tipos, ya que Lagarde ha insistido en señalar que serán muy improbables estos movimientos en 2022. En Goldman Sachs no lo esperan de hecho hasta 2024 y en Pictet, hasta finales de 2023. «A diferencia de EE UU, no esperamos noticias del BCE sobre tipos, sobre todo mientras sigue analizando el pico de inflación, así que los inversores deben mantener la calma y contar con que aumente la volatilidad de los diferenciales», aconseja Franck Dixmier, director de inversiones de renta fija global de Allianz Global Investors.

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