El desafío de Marta Ortega
La primera señal de que se preparaba un relevo en Inditex la tuvimos en el Magazine de ‘The Wall Street Journal’ que le dedicó su historia de portada a finales de este verano. El artículo se titulaba ‘¿Por qué Marta Ortega Pérez es el secreto del éxito de Zara?’ y la describía como «una rubia esbelta con un corte bob de moda, la sonrisa brillante de su madre y los ojos de búho y las cejas pobladas de su padre», un tipo de descripción física muy poco usual en la prensa española pero que ha sido canónica en el periodismo del Journal.
El artículo era la presentación en el mundo de los negocios globales de una heredera, pero también de una mujer extraordinariamente preparada, una mezcla entre el viejo sistema capitalista que iniciaba a los jóvenes Vanderbilt y a los Rockefeller barriendo las sucursales o cortando los tickets de sus ferris, y un nuevo canon académico trufado con profesores como el fallecido diseñador Peter Lindbergh que se convirtió en el mentor de Marta.
Pero todos interpretamos que Marta se presentaba así para prepararnos ante una eventual desaparición de su padre, Amancio Ortega, fundador de Inditex, de 85 años. Nadie pensó que sus intenciones eran desplazar en apenas ocho meses a Pablo Isla, CEO y vicepresidente de Inditex desde 2005 y presidente desde 2011, cuando Ortega se jubiló. Nadie lo pensó porque ella dijo entonces que «no tenía planes de asumir un papel de liderazgo formal».
Isla, artífice de la etapa de hegemonía global de Inditex que siguió a la de consolidación que encabezó José María Castellano, lo veía de otra manera y el diario lo citaba así: «[Marta es] muy humilde. Pero al mismo tiempo, por supuesto, tiene opiniones firmes sobre muchas cosas diferentes’, dice el presidente de Inditex… Isla dice que anticipa que su papel se volverá más significativo a medida que la empresa se concentre cada vez más en la sostenibilidad durante la próxima década».
Efectivamente, la sostenibilidad será el gran desafío de Marta Ortega. No deja de ser curioso que la semana pasada, la revista de la Escuela Sloan de administración de empresas del MIT publicara un trabajo titulado ‘Why Fast Fashion Has to Slow Down’ (Por qué la moda rápida tiene que desacelerarse), donde plantea un duro análisis sobre el modelo de negocio de la moda rápida cuya popularización atribuye a Inditex.
«Gran parte de la industria de la moda se basa en la rápida respuesta del diseño a las ventas y en una cultura de disponibilidad. Aunque este modelo de negocio es seductor y rentable, no es sostenible», afirmaba el artículo firmado por Tima Bansal y Gareth Gransaull, dos académicas ligadas al estudio del diseño y la sostenibilidad en el mundo empresarial canadiense.
El artículo sostiene también que hay un cambio de valores entre los consumidores y que las nuevas redes de reciclaje, basadas en la reventa, alquiler, y reparación de ropa que están surgiendo por todo el mundo son un indicador de ello.
«El éxito de la moda rápida ayudó a duplicar el tamaño de la industria de la moda entre 2000 y 2014. En 2021, se espera que el sector de la moda rápida genere 31.000 millones de dólares a nivel mundial, un aumento del 22% respecto de 2020, lo que representa más que la recuperación completa de las pérdidas relacionadas con el Covid-19», asegura el artículo que al mismo tiempo advierte que la industria textil es responsable del 20% de la contaminación de las aguas industriales y del 10% de las emisiones de carbono. Además, los tintes textiles, de los que hay más de 3.600, son venenosos, y aproximadamente el 35% de los microplásticos de los océanos provienen de gente que lava su ropa sintética.
Zara ha reconocido las desventajas de la moda rápida y ha establecido metas para mejorar su sostenibilidad. «En 2019 anunció que para el 2025, el 100% de sus tejidos serían orgánicos, sostenibles o reciclados», afirma la revista del MIT.