Botín da la cara ante Orcel en su juicio millonario: «El contrato no se hizo efectivo»
Las apenas tres butacas de distancia que han separado a Ana Botín, presidenta del Banco Santander, y Andrea Orcel, quien debía haber sido su consejero delegado, en el juicio por el fichaje frustrado de este segundo no representan en absoluto la guerra fría y el enfrentamiento entre las partes. Ambos banqueros se han visto esta mañana las caras en Plaza Castilla (Madrid), sin mediar prácticamente palabra.
Al inicio de la sesión, el abogado de Banco Santander ha criticado que la defensa de Orcel haya pedido una modificación de la demanda 36 horas antes del juicio, al tiempo que han acusado al banquero de haber ocultado que ha cobrado 20-30 millones de UBS, su anterior entidad mientras negociaba con el Santander, en estos dos años que ha estado desempleado. Una cantidad que se relaciona con el ‘buy out’ que habría de percibir el ejecutivo, es decir, un bonus de retribución diferida que le correspondería por su etapa en UBS, que se cifró en torno a 35 millones de euros y del que la entidad de origen cántabro habrí estado dispuesto a asumir alrededor de la mitad.
Asimismo, la defensa de Orcel ha confirmado que éste renuncia a una de sus pretensiones. En la demanda, al inicio, reclamaba una indemnización de 112 millones –que ahora ha reducido a 76 millones tras incorporarse como CEO de UniCredit– o su entrada al cargo de consejero delegado de Santander, en base a la carta-oferta/contrato (aquí está la controversia) que se le presentó en el último tramo de 2018 y de la que desistió Santander a principios de 2019. Entonces, el ejecutivo italiano ha dado marcha atrás con la segunda de sus peticiones y se limita a reclamar la indemnización.
Tras ello ha sido el turno de la testifical de Botín como representante del banco y marcada por los continuos enfrentamientos entre la ejecutiva y el letrado de Orcel, que ha sido advertido por el juez por sus reiteradas interrupciones y ha pedido a la banquera que se alargara lo necesario en cada explicación.
«El nombramiento no se hizo efectivo, el contrato no se perfeccionó», ha repetido en muchas ocasiones Botín en su intervención. Una insistencia tan reiterada dado que el abogado de Orcel insistía en denominarlo contrato. Así las cosas, la banquera ha destacado que lo que se presentó fue, simplemente, una carta-oferta que fue aceptada aunque requería de negociaciones más adelante. De hecho, lo ha calificado como «nombramiento sujeto a condiciones», entre ellas la salida de Orcel de UBS, las autorizaciones regulatorias…
La principal controversia radica en el fin del nombramiento de Orcel, que se produce en enero de 2019 tras constatar el Santander que no podían hacer frente a la retribución del banquero, principalmente por el bonus a pagarle. En lo que debía percibir había una prima de fichaje, el salario y el citado bonus diferido que le corresponde por haber trabajado en UBS.
Ese bonus ha sido objeto de controversia, ya que la defensa del italiano entiende que el Santander sabía que tendría que asumir su totalidad y no un 50% como ha dicho Botín que confiaban en tener que abonar y el 50% restante que lo hiciera UBS. La presidenta del Santander ha señalado que aquello sí se lo transmitió el presidente de la entidad suiza, Axel Weber, desde un inicio en conversaciones informales, pero también ha matizado que el primer ejecutivo de UBS, por contra, sí se mostraba receptivo a abonar el bonus. En suma, que no tenían claro cuál sería la postura de la entidad helvética, algo de lo que tuvieron constancia meses después.
Con todo, la presidenta de la entidad de origen cántabro ha elogiado la trayectoria del que debía haberse convertido en su consejero delegado, al tiempo que ha explicado que su banco ha trabajado durante años con Orcel hasta el punto de que era su asesor principal estratégico en grandes operaciones, como la ampliación de capital que tuvo que acometer Santander tras quedarse con Banco Popular.
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