El sector pesquero empieza a echar sus redes en la tecnología
O se sube a la ola tecnológica o se adentrará en un mar revuelto que hundirá su viabilidad presente y futura. La industria pesquera comienza a navegar entre las corrientes de la modernización para evolucionar hacia una mayor eficiencia y sostenibilidad que le permita ser competitiva al tiempo que minimiza su impacto en el medio marino. El océano de posibilidades que brindan las nuevas tecnologías es inmenso. Se trata de una revolución en toda regla que va tomando velocidad. «El sector, a pesar de su carácter tradicional, no es ajeno a la incorporación de la tecnología y tiene que sufrir un cambio: en vez de pescar más hay que pescar mejor, lo cual implica planificar mejor los procesos extractivos. Al hacerlo de forma tradicional se cometen muchos errores, mientras que los sistemas asociados a big data e inteligencia artificial permiten pronósticos más acertados que redundan en una gestión más eficiente de los recursos», explica Juan Carlos Gutiérrez, profesor titular de la Universidad de Huelva, una de las instituciones que forman parte del Ceimar, el Campus de Excelencia Internacional Global del Mar.
No hay tiempo que perder. «El campo va muy por delante. Hace años que se habla de agricultura de precisión y eso ha generado toda una industria accesoria de compañías que se dedican a ello de forma muy especializada. En la pesca sucederá exactamente igual», asegura Gutiérrez. La innovación aplicada a esta actividad cuenta con un gran potencial que abre la puerta al surgimiento de una amplia gama de soluciones, como las ecosondas que miden el tamaño del pescado comercializadas por la empresa de origen noruego Simrad, que tiene también sede en Villajoyosa (Alicante). «Se utilizan sobre todo en la zona del este mediterráneo español en la pesca de la anchoa y la sardina, así como en el Cantábrico. Los equipos convencionales indican si hay pescado debajo o no, pero estos también identifican el tamaño, con lo cual evitan pescar alevines», detalla Agustín Mayans, director general de Simrad Spain.
Junto con las empresas conviven centros científicos y tecnológicos como el vasco Azti que, en el marco del proyecto europeo Smartfish, coordina un paquete de trabajo enfocado en tecnologías acústicas y ópticas para la discriminación de tallas e identificación de especies en las pequerías de cerco. «Intentamos buscar nuevas tecnologías o mejorar las existentes para ir hacia una pesca más sostenible y selectiva», señala Gorka Gabiña, responsable del área de tecnologías pesqueras sostenibles de Azti.
Y es que las ventajas de apostar por la tecnología son numerosas. «La modernización del sector es un aspecto de primera necesidad, no solo para las empresas y familias que viven de la pesca sino también para el propio país. Aportará mejora en los procesos productivos, haciéndolos más inteligentes, bienestar en las tripulaciones, que podrán disfrutar de conexión a la red, y aprovechamiento de los datos generados, los cuales pueden ser utilizados para mejorar las actividades pesqueras y para investigaciones científicas», sostiene Leopoldo Aznárez, socio de Consultoría de Estrategia y Operaciones de Sector Público de Deloitte.
España, como primera potencia pesquera de la Unión Europea tanto en volumen como en valor, se ha sumergido de lleno en el tsunami disruptivo. «Es imposible ser líder sin ser innovador. Estamos demostrando una adaptación a los nuevos tiempos, donde la innovación y la tecnología son sinónimos de seguridad, compromiso social y sostenibilidad entendida en toda su amplitud, social, económica y medioambiental», subraya María Luisa Álvarez Blanco, presidenta de la Plataforma Tecnológica Española de la Pesca y la Acuicultura (Ptepa), que destaca que nuestro país es, además, «referente mundial» en determinados ámbitos, como la gestión pesquera, que permite una pesca eficaz desde el punto de vista de la sostenibilidad de los recursos pesqueros y la lucha contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.
Si se ha llegado a esa posición de liderazgo es también por la concienciación. «En los últimos años los pescadores han cambiado la mentalidad y ven las tecnologías como aliadas para hacer su actividad más sostenible, económicamente rentable y mejor en todos los sentidos. Todos los segmentos están implantándolas, en muchos casos con inversiones de los propios empresarios», asegura Nadia Moalla, responsable de Proyectos e Innovación de la Confederación Española de Pesca (Cepesca).
Los desafíos
Pero todavía hay asignaturas en las que nuestro país necesita mejorar. «Existen ciertas barreras regulatorias. Estamos ante un sector que se prepara y se equipa para ser más eficiente y es cuestionado en la medida en que se piensa que el objetivo de la incorporación de estas tecnologías es pescar más, lo cual no tiene por qué ser así», lamenta Moalla. Echa en falta también una apuesta firme por la I+D desde el ámbito público. «El número de patentes en aspectos puramente relacionados con tecnologías pesqueras ha ido en descenso en los últimos años, lo que da a entender que la financiación tiene que apoyar y dinamizar la innovación aplicada a este sector», agrega.
A corto-medio plazo uno de los mayores desafíos pasan, a juicio de Ptepa, por la ejecución de un gran proyecto tractor que involucre a toda la cadena de valor y que produzca un cambio disruptivo en el sector pesquero. Porque de lo que no hay duda es de que su futuro pasa sí o sí por el desarrollo tecnológico. «Debemos combinar nuestra extraordinaria tradición pesquera con la innovación constante para la mejora de la competitividad sectorial empresarial española frente a otros países. Estamos hablando de un sector muy internacionalizado, en el que tres de cada cinco pescados viajan por el mundo. Es un mercado global, altamente competitivo», recuerda Álvarez Blanco.
Inversiones
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia se presentaba como una oportunidad de oro para impulsar la modernización del sector. Cepesca, de hecho, cifró en 381 millones de euros las inversiones necesarias (142,8 irían destinadas a la transformación digital y 179,3 a sostenibilidad). Sin embargo, esta actividad recibirá poco más de 100 millones. Y de esa cantidad, «la gran mayoría va a cubrir necesidades estructurales de la Secretaría General de Pesca, o sea que impacto directo a las empresas realmente será poco», advierte Javier Garat, secretario general de Cepesca. En concreto, el montante que llegará a entidades del sector será de unos 13 millones de euros. Pese a las marejadas, el sector tiene claro que navegar hacia el puerto seguro de la tecnología es ya innegociable.
Un mercado en el que atrapar oportunidades
La pesca marítima generó en España un valor añadido bruto de más de 921 millones de euros y empleó a 27.804 personas en 2019, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. En materia de innovación «contamos con un potente ecosistema conformado por operadores del sector, centros tecnológicos y punteras empresas tecnológicas», señala Álvarez Blanco. Pero no solo es una actividad de presente. «En 2050 habrá 10.000 millones de personas. El pescado y los mariscos son la proteína animal más saludable y con menor impacto de huella de carbono en su producción. Cada vez más empresas de ‘private equity’ ojean el sector en busca de oportunidades», dice Garat (Cepesca).
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