¿Otro corralito en Argentina?


El legado de los Kirchner es más que un recuerdo. No porque la propia Cristina Fernández haya anunciado su intención de presentarse a la Vicepresidencia de la República, sino porque su nefasta herencia económica se deja notar en los bolsillos de sus conciudadanos todos los días a cada minuto. Al tomar el «colectivo» (transporte público) o un simple café. Al hacer la compra o llenar el depósito del automóvil. En los últimos doce meses la inflación acumula una subida del 55,8%, solo un 15,6% en lo que va de año, y la pobreza se ha disparado hasta el 32%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos. En un año, el peso se ha devaluado más del 50 %, y cada vez que hay ciclos de abruptas caídas impacta en el corto plazo en los precios.

Argentina es de los pocos países del mundo donde el crecimiento del PBI per cápita se ha desacelerado en términos acumulados contando los últimos 50 años. Mientras, en el resto del mundo no solo avanzó, sino que la mayoría de los países de la región han aprendido a superar sus problemas estructurales, sorteando las crisis cíclicas. A fin de este año, lo más probable es que el país austral cierre con el mismo PIB per cápita que en 2009. Y eso a pesar del «boom» en el precio de las muchas materias primas con las que fue bendecida aquella tierra. Por contra, en el mismo periodo, las economías avanzadas aumentaron su PBI per cápita a un ritmo del 1,5% anual y las emergentes, al 3,7%, con Asia a la cabeza, que se expandió 6%. Y la riqueza por habitante se incrementó un 1,1% en Latinoamérica cada año. Sólo Venezuela tiene un registro peor. Y ambos países han pasado de ser consideradas economías atractivas y relativamente pudientes a ser los parias del continente. Sirva este ejemplo recogido por el diario bonaerense «La Nación»: «Buenos Aires construyó la primera línea de metro de América Latina en 1913 y la red ahora tiene una extensión de 55 kilómetros. Santiago de Chile, cuya primera línea de metro fue inaugurada en 1975, tiene una red de 140 kilómetros de longitud, casi el triple».

Desde 1975, el país afronta prácticamente una crisis severa cada diez años. En aquellas fechas fueron las sucesivas devaluaciones las que produjeron una inflación superior al 800%. En el 81, otra serie de devaluaciones elevó el tipo de cambio con el dólar un 225%. En el 89, la hiperinflación en el Gobierno de Raúl Alfonsín rebajó un 4,4% el PIB y la pobreza aumentó al 40,5% de la población. A principios de siglo XXI, el corralito. Luego la crisis global de 2008, de la que, obviamente, no se salvó Argentina, y en 2018 una nueva devaluación que disparó el tipo de cambio un 101% y generó una inflación del 47,6% y una masiva fuga de capitales.

Hace algo más de un año, la situación económica llevó al presidente Mauricio Macri a solicitar al Fondo Monetario Internacional (FMI) un rescate que acabó siendo de 57.000 millones de dólares. Desde entonces, la situación ha mejorado poco. La incertidumbre política ante las nuevas elecciones no ayuda a aclarar el panorama.

Ante esta situación, varias empresas españolas, la última de ellas Telefónica, han dejado de cotizar en la Bolsa de Buenos Aires al reorganizar estrategias pero con la volatilidad del país austral en su mira. Se trata de una medida que también han llevado a cabo durante los últimos seis meses el banco Santander y la petrolera Repsol y que se produce porque “no hay necesidad de financiamiento” para nuevas inversiones, dice a Efe el economista argentino Martín Kalos.

Sin embargo, los expertos del FMI creen que lo peor ha pasado ya. Aunque la inflación está disparada, desaceleró su alza si se tienen en cuenta los datos mes a mes. El mes pasado subió el 3,4% en comparación con marzo, una subida ligeramente inferior a la que en ese mes se había registrado respecto a febrero, del 4,7%. Mientras la población se las ve y se las desea para llegar a fin de mes. El transporte, con un aumento del 68 %, y los alimentos y bebidas no alcohólicas, del 66,2 %, son los dos sectores con mayores subidas en un año, aunque en el acumulado del cuatrimestre es la educación el más perjudicado, con un avance del 22,4 %. En cuanto a la cesta del supermercado, en marzo aumentaron en mayor medida los precios de los productos lácteos, con un alza del 7 %. Por suerte, bajaron un 8,4%, las verduras, tubérculos y legumbres y un 1,1% las frutas. Un pequeño respiro.

Source: The PPP Economy

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