Las nuevas armas de los blanqueadores
En las imágenes televisivas de operaciones antifraude, hemos visto cómo las Fuerzas de Seguridad abrían cajas fuertes rebosantes de billetes de 500. Cada día será menos así, pues los ingresos evadidos a Hacienda se ocultarán en internet, suplantando identidades o usando criptomonedas.
España pierde 26.000 millones de euros en ingresos por culpa del fraude fiscal. Para luchar contra los defraudadores y reducir ese gran agujero en las arcas de los estados, el Banco Central Europeo (BCE) dejará de emitir billetes de 500 euros, usados frecuentemente para la evasión y el blanqueo. De hecho, más del 80% de los conocidos como «Bin Laden» se ha destinado a este tipo de actividades ilícitas. No obstante, los delincuentes han buscado nuevas maneras de defraudar sin dinero en efectivo de por medio, y el mundo digital tiene mucho que ver en ello.
El anonimato es una de las ventajas que este universo virtual ofrece a los defraudadores, así como la dificultad de controlar tantas transacciones yendo y viniendo en la red. El director del Máster en gestión del fraude de Behavior & Law, Jorge Jiménez, admite que «llegará un momento en el que no existan las tarjetas, todo será basado en ceros y unos, y será un peligro porque no habrá control sobre nada». Por eso mismo, aprecia que será más fácil defraudar en la era digital que en la física.
Criptomonedas
Las criptomonedas (como Bitcoin o Ethereum) son un nuevo nicho para los defraudadores por el anonimato que ofrecen a su usuario. Esa características las hace difícil de rastrear, por lo cual «la Agencia Tributaria ya apunta al estudio de cómo se están usando», sostiene el presidente del Sindicato de los Técnicos de Hacienda, CarlosCruzado. En concreto, Hacienda sospecha de 15.000 contribuyentes a los que está vigilando por la utilización de criptomonedas, a las que sólo se les puede poner nombres y apellidos cuando se cambian por euros. En ese momento, es cuando se puede pillar a defraudador.
«Deepweb»
Por otra parte, está la temida «deepweb» o «darknet». Son las cloacas de Internet, a donde sólo se puede acceder con unos conocimientos muy avanzados de la red, por lo que es el escondite virtual perfecto para los defraudadores. El Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad CEU San Pablo, Ricardo Palomo considera que «es un campo en el que resulta difícil rastrear transacciones financieras, especialmente cuando se hacen desde países con legislaciones laxas o poco comprometidas con la persecución de los infractores».
En la «deepweb» el dinero va de un lado a otro para despistar a las fuerzas de seguridad, hasta que se le pierde del todo la pista. Pero no hace falta irse a las cloacas virtuales para que eso ocurra. Existen otros métodos (mucho más superficiales) de fraude en los que se ven implicados ciudadanos inocentes.
«Account Takeover»
Uno de ellos es el «Account Takeover» (ATO), que consiste en duplicar los datos de un cliente de banca para controlar sus cuentas. Así, cuando el defraudador sabe que tiene a su disposición las cuentas de distintas personas, mueve su dinero a través de ellas, hasta que acaba en otras que son de su propiedad. Este tipo de delito suele realizarse internacionalmente, controlando cuentas de distintos países, para que las autoridades (españolas, por ejemplo), pierdan la pista al dinero cuando pase a una cuenta de otra nación. En definitiva, se hace lo mismo de siempre, mandar el dinero a las Seychelles, luego a Hong Kong, a Moscú… hasta que se le pierda el rastro. La única diferencia es que en vez de hacerlo con billetes, se realiza con dígitos de cuentas bancarias.
Y puede que el dinero que se va trasladando de un lado a otro acabe en otra cuenta falsa, de un usuario virtual que no existe o (lo que es más común) al que se le han robado los datos para abrir una cuenta. De este modo, en caso de que las autoridades lleguen a rastrear correctamente el dinero y lleguen hasta su destinatario, se encontrarán luego con la sorpresa de que en realidad esa persona no ha tenido nada que ver con el fraude y no conocía que sus datos habían sido usados para fines delictivos.
«New Account Fraud»
Esta clase de fraude, denominado «New Account Fraud» (NAF), también sirve para «pedir microcréditos a empresas que te lo dan sólo enviando una foto de DNI», cuenta Jiménez. Del mismo modo, el ATO no sólo se usa para blanquear sino, igualmente, para extraer el dinero de una cuenta. O lo que es lo mismo, robar.
Para llevar a cabo estos fraudes hay que suplantar la identidad de una persona. Y en España se han duplicado los datos del 7% de los internautas, mientras la media europea es del 4%. Si anteslos defraudadores estaban vinculados a otros «negocios» ilícitos con materiales físicos como las drogas o las armas, ahora están relacionados con el mercado negro de datos virtuales, que es cada vez más amplio. En él, comenta Jiménez, «se puede llegar a comprar la identidad de casi cualquier persona». Incluso alguna que ya haya sido usada para perpetrar un delito, luego puede ser vendida para el mismo fin.
Si a día de hoy una de las principales armas de los defraudadores son los datos, hace unos años eran los billetes de 500, con los que nuestro país ha tenido una relación especial. Los «papeles morados» se usaban para blanquear porque ocupan poco espacio, pasan muy desapercibidos, y se pueden trasladar de un lado a otro con facilidad para que sea difícil seguirle la pista y, de ese modo, eludir al Fisco. Y no por coincidencia la nuestra fue la nación europea en la que más hubo. En concreto, llegamos a tener el 27% de todos los «Bin Laden» que circulaban en el continente, duplicando la media de la zona euro. Era el primer lustro del siglo XXI, cuando España estaba llena de grúas, excavadoras, ladrillos y obreros levantado edificios. La construcción se convirtió en el negocio que más cantidad de dinero movía. Y claro, entre tanto volumen de capital, algunos intentaron aprovechar para confundir a Hacienda y no declarar todo lo que debían.
«El dinero negro, principalmente, se encontraba en el ámbito inmobiliario», afirma Cruzado. Él mismo explica que una vez pinchó la burbuja y la construcción cayó en picado, los billetes de 500 euros comenzaron a desaparecer de nuestro país; a lo que también ayudó la amnistía fiscal de 2012 y el límite de 2.500 euros para realizar una transferencia. Así, en la actualidad España sólo cuenta con el 6% de todos los «Bin Laden» de la zona euro, dónde se suman más de 15.000 millones de euros en estos billetes.
Esta cantidad se irá reduciendo paulatinamente después de que esta misma semana el BCE dejase de emitir billetes de 500 como medida antifraude. Sin embargo, estos «papeles morados» continuarán en circulación y mantendrán su valor. Sólo cuando regreses a manos de la máxima entidad bancaria europea, serán eliminados. Por eso mismo no veremos los efectos de esta decisión a corto plazo. Cruzado asegura que desde Gestha entienden que «el impacto sería mucho mayor si se retiraran por completo».
Pero hay países como Alemania o Austria que se mantienen reticentes y no desean que los «Bin Laden» desaparezcan del todo. Si a las autoridades germanas y austriacas no les preocupa que los billetes de 500 sigan en circulación es porque no tienen un problema con la economía sumergida. Están bastante por debajo de la media europea, pero en España resulta un gran prejuicio para las cuentas nacionales, En 2008 representaba el 19,4% del Producto Interior Bruto, pero la crisis provocó que los ciudadanos recurriesen a prácticas ilegales y ha aumentado hasta el 23,2%.
De este modo, casi una cuarta parte de nuestra economía está oculta porque se paga en negro a los empleados, no se hacen facturas de determinados trabajos o porque las grandes fortunas esconden sus ganancias a base de ingeniería fiscal. Esta es una práctica muy habitual entre los ricos que residen en nuestro país, ya que cerca del 72% de la evasión procede de la élite económica. Un dato que se demuestra con nombres propios que han protagonizado casos de elusión tributaria recientes: Cristiano Ronaldo, Shakira, Messi, Xabi Alonso…
Sin efectivo
Los defraudadores están cambiando sus métodos a la vista de la posible futura desaparición del dinero en efectivo. No sólo los billetes de 500 euros saldrán de circulación en unos cuantos años, también lo harán los demás, igual que las monedas. Y es que el dinero físico ocupa espacio y es fácil de perder. Por eso cada vez hay mayor presencia de nuevos métodos de pago digitales y más cómodos, como las diferentes aplicaciones y pasarelas de pago que permiten pagar a través del móvil.
El mejor ejemplo es Suecia, que parece ser el país donde primero dejarán de ver el dinero físicamente. Allí, las tarjetas coparon buena parte de los pagos hace ya tiempo, pero el uso cada vez más generalizado del móvil ha sido la sentencia definitiva para el efectivo en el país nórdico. Los datos no engañan. En 2010, el 40% de las compras minoristas se abonaron con billetes o monedas; en 2018 sólo fue el 13%, según el Banco Central de Suecia.
Ese fenómeno se irá extendiendo por toda Europa en poco tiempo. Ricardo Palomo, afirma que «la gran revolución será la eliminación del dinero físico en un horizonte cercano, probablemente con la creación de criptoactivos oficiales, algo así como un “criptoeuro” fundamentado en tecnología “blockchain” que permita trazabilidad pero con opciones de anonimato para no inquietar a la sociedad. Es decir, se podría saber en tiempo real cuánto dinero hay en ese momento en una ciudad, o en una capa de población, sin conocerse los nombres de sus tenedores». Así, concluye que «a estas alturas del siglo ya resulta posible vivir sin dinero en efectivo». Por lo tanto, el defraudador, como todos, debe «digitalizarse».
El porqué de la economía sumergida en España
Hay muchos motivos que convergen y explican por qué la economía sumergida es un problema estructural en España. El Jefe del Área de Análisis Particularizado del Gasto Público de la Oficina Antifrau de Cataluña, Bruno González Valdelièvre, indica (en base a un estudio del profesor de la Universitat Oberta de Cataluña, Albert Puig), en primer lugar, las decisiones políticas y financieras públicas (como las reformas de la financiación de los entes locales). Hay que añadir las decisiones regulatorias (procedimiento de cambio de las pesetas a euros), y los acontecimientos económicos y/o geopolíticos (entrada del euro y pinchazo de la burbuja .com). Además, no hay que olvidar las características sociológicas hasta la geografía y la climatología (aquí hace sol y es atractivo comprarse una casa…). Todos estos factores, concluye González Valdelièvre, crean la «tormenta perfecta» para que España sea una país en el que la economía sumergida sea cuantiosa.
Source: The PPP Economy