La guerra de las «low cost» revoluciona el espacio aéreo
Las aerolíneas «low cost» están redefiniendo aún más un espacio aéreo que no tenía nada que ver con el de apenas hace cinco años. Pero no basta. Le están dando una nueva vuelta de tuerca. Así, en un lapso de dos semanas, la aerolínea irlandesa Ryanair se ha visto obligada a cancelar hasta 20.000 vuelos para los próximos seis meses, decisión que afecta negativamente a más de 700.000 personas.
Las malas condiciones laborales de los pilotos en comparación con el resto de compañías y la alta competencia laboral han desestabilizado el mercado. Las cancelaciones de vuelos anunciadas por Ryanair ocasionaron las molestias, contratiempos e inconvenientes lógicos a los pasajeros por ser inesperadas. Desde entonces, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) exigió a la compañía el cumplimiento de sus obligaciones de acuerdo con la normativa aplicable sobre derechos de los pasajeros. AESA, dependiente del Ministerio de Fomento, le abrió un expediente informativo tras el anuncio de la cancelación de vuelos, realizando las correspondientes inspecciones para verificar que la compañía cumple de forma estricta con la normativa comunitaria sobre la materia, según explicaciones dadas por la portavoz de AESA.
De hecho, de confirmarse la vulneración de tales derechos, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea podría imponer una multa de hasta nueve millones de euros a la compañía irlandesa, ya que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó una sentencia el pasado 14 de septiembre que daba la razón a los trabajadores de Ryanair (incluidos los pilotos) que ahora pueden acogerse a las legislaciones laborales de los países en los que tienen su base de trabajo, en lugar de regirse únicamente por las leyes irlandesas. Sin embargo, la crisis a la que se enfrentan las «low cost» tiene varias vertientes: un mercado competitivo, costes muy ajustados, incremento en un 9,8% del precio del queroseno, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), y una escasa tripulación. Todo ello ha puesto entre la espada y la pared a las aerolíneas y muestra de eso fue la reciente quiebra de las compañías Air Berlin, con una flota de 35 aviones, o Monarch, con una de 144 aparatos.
Cerca de un 40% de los pilotos de Ryanair serían falsos autónomos, tal y como han denunciado, y sus honorarios estarían por lo tanto circunscritos a sus horas de vuelo. Además, los salarios «mileuristas» de la compañía no se equiparan a los que cualquier otro piloto con la misma experiencia y horas de vuelo gana en otras del Golfo Pérsico y China, donde los comandantes de las aeronaves están llegando a cobrar hasta 18.000 euros mensuales, lo que, obviamente, explica la fuerte fuga de pilotos al continente asiático.
El nuevo ejército de pilotos
Entre tanto, en el Viejo Continente, las «low cost» están inmersas en una guerra cruel por hacerse con los comandantes experimentados de otras enseñas. El caso más llamativo ha sido el de Norwegian, la quinta mayor de bajo coste de Europa, y la segunda mayor aerolínea de Escandinavia, que vienen lanzado una ofensiva hostil contra principal competidor para «robarle» pilotos. Hasta 140 de Ryanair se habrían pasado a la compañía nórdica en lo que va de año, mientras otros 40 esperan incorporarse antes de que concluya 2017. La Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas sostiene que la controvertida empresa irlandesa «ha perdido 700 pilotos en el último ejercicio y los que siguen en la compañía parecen haber alcanzado su límite de paciencia».
Las aerolíneas de bajo coste son el principal mercado de la aviación en el mundo y especialmente en Europa, un nicho en el que se libra una lucha de tarifas sin cuartel. Ryanair, con 110 millones de pasajeros al año, y EasyJet, con 80 millones, son indiscutiblemente los líderes del mercado, seguidos por Vueling. Entre las tres concentran el 62,4% del volumen de pasajeros generado por las compañías de bajo coste y el 32,7% del total del flujo aéreo internacional recibido en España.
Sin embargo, la escasez de pilotos es el principal «handicap» al que se enfrentan. En España, tan sólo 6.000 son los pilotos que pertenecen al Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (Sepla), que calcula que al año salen de las academias privadas del país unas 200 personas cualificadas para tripular aviones, lo que significa que la oferta no cubre la demanda. Pese a todo, entre enero y agosto, el tráfico de pasajeros en los aeropuertos españoles superó los 168,3 millones, un 8,3% más que en el mismo periodo de 2016, según datos oficiales de AENA.
Las «low cost», que representan el 52,5% del mercado europeo frente al 47,5% de las aerolíneas tradicionales, habrían llevado a bordo a 3,6 millones de pasajeros frente a los 3,4 millones de Iberia, British Airways o Lufthansa, entre otras, que también intentan competir en el mercado de los bajos precios. Mientras en Estados Unidos las tres primeras aerolíneas concentran el 90% del mercado, en Europa hay varias aerolíneas en cada país, es decir el mercado está más diversificado. Es el caso de España que encabeza la lista de tráfico de pasajeros que opta por las aerolíneas «low cost» en Europa: hasta el 55% según un estudio publicado por Europair.
En los próximos meses se espera que centenares de aviones se sumen a las nuevas flotas de este tipo de compañías, lo que supondría multiplicar la oferta de vuelos y disminuir, previsiblemente, aún más los precios. De hecho, el holding IAG (British Airways, Iberia, Vueling, Air Lingus) ha creado Level, concebida para competir directamente con Norwegian. Además, se espera que la comunidad aeronáutica de bajo coste se introduzca masivamente también en los vuelos de largo alcance – los transoceánicos– sin escalas y a menor coste que las operadoras de siempre, una opción que se ha resistido hasta ahora por tener un coste muy superior y un margen de maniobra mucho menor. Norwegian ya está abriendo esas rutas. Desde el Sepla, sin embargo, ven el lado positivo a esta transformación y a la batalla por la adquisición de nuevos comandantes de vuelo: la búsqueda y captura de pilotos puede relanzar los salarios y la vocación. Además, en países como Estados Unidos, que ha vivido en épocas anteriores una crisis y fuga de pilotos hacia Asia y el Golfo, los salarios han mejorado hasta en un 40%.
Los ingleses, los que más recurren
Los ingleses son los que más recurren a las aerolíneas «low cost», hasta un 13,5% de los pasajeros, seguidos de los alemanes (un 4,2%), los italianos (un 4,1% y los franceses y holandeses un 2,9% y un 2,3% respectivamente). En España, uno de cada dos pasajeros optó por una aerolínea de bajo coste el pasado año. Además, entre enero y septiembre de 2017, llegaron a España 69,1 millones de pasajeros internacionales (un 91% más que en 2016) mientras que España exportó a 36,2 millones de pasajeros, es decir, un 14,5% más con respecto al mismo periodo del año anterior.
Source: The PPP Economy