Tres millones de españoles se han descolgado de la clase media durante la crisis


La crisis económica ha cambiado el mapa socioeconómico a su paso, ya que alrededor de tres millones de personas han pasado de engrosar la clase media española a formar parte de los estratos más vulnerables de la sociedad en estos años. En paralelo, las políticas públicas han logrado reducir a la mitad la desigualdad generada por la ‘sangría’ del desempleo con su efecto redistributivo.

Así lo indica la monografía publicada por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) titulada ‘Distribución de la renta, crisis económica y políticas redistributivas’, dirigida por el catedrático de la Universidad de Valencia y profesor investigador del Ivie, Francisco Goerlich, y que analiza el periodo 2003-2013.

El origen de esta ‘migración’ es que alrededor del 75% de la renta disponible de los hogares españoles procede del trabajo y éste, primero ha retrocedido durante los años de la crisis, y en la recuperación está creciendo con sueldos más bajos, jornadas más cortas o en forma de autoempleo.

Así, hace una década el 59% de la población pertenecía a familias situadas en niveles de renta intermedios –entre el 75% y el 200% de la renta mediana–, frente al 31% de los situados por debajo del 75% de esta franja. En cambio, con la crisis, lo que se puede considerar clase media ha reducido su presencia al 52% y los niveles más bajos han aumentado hasta el 39%. Las rentas más altas no han variado prácticamente.

Como resultado, el informe asegura que «cerca de tres millones de personas se han desplazado de la zona central a la parte baja de la distribución de la renta y han pasado a verse como clases medias participantes del proceso de sentirse vulnerables a las consecuencias de situaciones difíciles, como es la actual crisis económica».

Sin embargo, otra parte de los ingresos de las familias son las prestaciones públicas que completan las rentas salariales y el beneficio que obtienen las familias por la vía de servicios sociales como la sanidad o la educación, hasta el punto de que los segmentos más pobres de la población obtienen el 72% de los ingresos de las actuaciones públicas.

La suma de estas tres fuentes de ingresos es lo que el estudio denomina la renta disponible ajustada, que durante la crisis se ha reducido un 20%.

A la vista de este descenso, cabría pensar que las políticas públicas han perdido fuerza redistributiva durante la crisis, pero en realidad lo que ha ocurrido, según el estudio, es que «no han compensado por completo los cambios que la crisis y el deterioro del empleo han provocado en la distribución de la renta entre los hogares».

Más aún, el impacto redistributivo de las políticas públicas ha permitido reducir la desigualdad en las rentas provocada por la crisis se han reducido prácticamente a la mitad (45,7%).

Un análisis más detallado indica que el debatido efecto redistributivo del sistema impositivo en España es menor que lo que hace el Estado por la vía de las prestaciones y ayudas.

La mayor reducción de la desigualdad proviene del sistema de pensiones, con un 46% del efecto total, al ofrecer ingresos a muchos hogares cuyos miembros no tienen actividad laboral. La segunda política de gasto en importancia es la de los servicios públicos, que contribuyen en un 27% –un 15% la sanidad y un 12% la educación–.

La contribución de las prestaciones por desempleo y el resto de las prestaciones sociales representa el 19% y, finalmente, el sistema fiscal tiene un efecto reequilibrador del 8% dentro del conjunto de las políticas públicas.

A la vista de las conclusiones del monográfico, Goerlich tiene clara la receta para combatir la desigualdad: «Reducir el peso de los empleos más precarios y estrechar el abanico de ingresos que se observa dentro del heterogéneo colectivo de los autónomos».

Ep

Source: The PPP Economy

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