Tecnología emisora de menos gases


En los últimos tiempos asistimos a una cruzada contra los diésel. Ecologistas, comisiones de sabios y hasta la ministra de Transición Ecológica lanzan dardos envenenados contra un modelo que, enmarcado en la última normativa Euro6, no sólo emite la misma cantidad de partículas que un gasolina, sino menos CO2 por ser más eficientes y consumir menos carburante.

Demonizando al diésel se condiciona la demanda y se lanza un mensaje equivocado al ciudadano, evitando que sea el propio usuario el que elija, de acuerdo a su criterio, entre la oferta de motorizaciones limpias. Además, se provoca un perjuicio ingente a la automoción porque se echa por tierra el esfuerzo y la inversión tecnológica realizada en reducir al mínimo el potencial contaminante de estos vehículos.

El Gobierno debería cuidar el impacto de la movilidad sobre el entorno, atacando la antigüedad del parque. Un plan de incentivo al achatarramiento retirará de la circulación los coches más antiguos y contaminantes, y estimulará la renovación con modelos eficientes de última generación con independencia del motor que los propulse.

Esta medida debe completarse con una reforma fiscal que reoriente el Impuesto de Circulación para que se base en las emisiones en lugar de en la cilindrada y la potencia. Al vincularlo al CO2 y a la normativa Euro, con independencia de la tecnología que lo mueva, se asocia a la antigüedad del coche y, por tanto, establece un sistema justo de discriminación por su potencial contaminante.

Apliquemos al sentido común y no ataquemos de forma gratuita una tecnología limpia que emite menos gases de efecto invernadero, justo lo que nuestro país debe reducir para cumplir con los objetivos medioambientales a nivel internacional. No hagamos más difícil la descarbonización del transporte.

Source: The PPP Economy

GrupoUnetcom