No siempre les pasa a los otros


Cada vez usamos más internet tanto en el ocio como en el trabajo. El uso masivo de las nuevas tecnologías de la información y comunicación en nuestro día a día se ha acentuado desde el inicio de la pandemia, cuando nos hicimos aún más conscientes de los enormes beneficios que puede traernos la digitalización. Sin embargo, no parece que tengamos tan claros los retos y riesgos que conlleva.

No debemos olvidar que la digitalización que nos mantiene constantemente conectados y amplía el alcance de nuestro mundo también abre la puerta a nuevas amenazas, que nos acechan por nuestros datos, el tesoro más valioso en la sociedad de la información. Los datos son la llave para acceder a nuestros recursos, fruto de nuestro esfuerzo y de nuestro tiempo, el bien más limitado de todos y el único que no se puede comprar. Da igual que seamos un particular o una empresa, y da igual a lo que nos dediquemos.

La ciberdelicuencia es una de las mayores preocupaciones en estos momentos a escala internacional, tanto para los países, como para los distintos sectores de la economía, las empresas y las personas. Las noticias sobre intentos de ataques a la seguridad informática de empresas y organismos públicos se han convertido en algo habitual. Los daños a las personas puede que sean menos conocidos, pero son igual de significativos. En todos los casos, más allá de sus enormes consecuencias financieras, los ataques infligen un daño a la seguridad y confianza de los consumidores. Y aunque la mejora de la coordinación internacional no ceja y los mecanismos de blindaje se hacen más sofisticados, con el coste que eso entraña, los ataques también se hacen más atrevidos y avanzados.

Malware, phishing, smishing y muchos términos más reflejan diferentes vías de amenazas cibernéticas para robar información y dinero a las personas o a las empresas, impidiendo su operativa diaria y dañando su reputación.

La ciberseguridad es fundamental para los bancos, que ponen todos los medios a su alcance para garantizar la seguridad de sus clientes y encarar los riesgos que seguro aparecerán en el futuro. El sector bancario tiene probada experiencia en la protección de los datos personales y financieros de sus clientes, y revisa continuamente su capacidad de defensa, detección y respuesta ante los ciberataques. Pero todo esto quizás no sea suficiente si los individuos no asumimos nuestra parte de responsabilidad a la hora de proteger nuestros propios datos. Y debemos hacerlo, no solo por el daño que su robo puede implicar para nosotros mismos, sino también porque pueden utilizarlos para atacar a los demás. Ante una amenaza cada vez más global y sofisticada, la colaboración y la concienciación son el mejor escudo para protegernos.

Más del 25% de los ataques informáticos se materializan a través del malware o “software malicioso”, un programa o código que puede dañar y asumir el control operativo de nuestros ordenadores, sistemas informáticos, redes, tabletas y móviles. La intención última es robar dinero, aunque de hecho puede cifrar o borrar datos o espiar la actividad del usuario.

Desde la AEB hemos arrancado esta misma semana una campaña de concienciación para prevenir la instalación de malware en dispositivos. Grandes expertos en ciberseguridad de bancos, Policía Nacional, Guardia Civil e Incibe dan consejos en un video, que también recoge historias basadas en situaciones reales, puede verse en nuestra web www.aebanca.es.

Avanzar en la capacitación digital de la sociedad nos permitirá sacar el máximo provecho a la revolución digital que estamos viviendo. Solemos tender a pensar que los ciberataques son cosas que les ocurren a otros, pero hoy todos podemos ser víctimas de una ciberestafa. La prudencia y el sentido común son nuestros mejores aliados para luchar contra los ciberdelincuentes, ya que en muchos casos necesitan de nuestra versión más confiada para poder perpetrar sus ataques.

Jose Luis Campuzano es portavoz de la Asociación Española de la Banca (AEB)

Source: Noticias

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