Los secretos de la gran red


En un barrio obrero de Madrid, San Blas Canillejas, nos encontramos con una pieza oculta en la actual partida por conseguir la soberanía en la guerra de los datos. Mad 1, de la compañía Interxión, es un centro de datos con salas llenas de servidores y cables de fibra. La escena parece sacada de una película, porque el corazón de estos lugares son habitaciones repletas de torres negras bien refrigeradas que se asemejan a monolitos con unas redes de circuitos, sólo aptas para los más entendidos en la materia. Alineados en largos pasillos como si fueran las fichas de un dominó, con un cableado que está por encima de nuestras cabezas y enterrado bajo nuestros pies, van once mil conexiones de cliente en cliente.

Todo ello requiere de un mantenimiento de altura, en plena azotea, donde las máquinas de frío y los generadores permiten que la maquinaria se mantenga en funcionamiento las veinticuatro horas del día. Estos centros, descritos por el director de Interxion, Robert Assenk, como «un hotel de máquinas», llamaron la atención en plena pandemia, cuando fueron etiquetados como «servicio esencial», a la vez que señalaron a España como el próximo hub europeo, donde la Península, por su posición geoestratégica clave, se ha convertido en un lugar ambicionado por las grandes tecnológicas, y en el que Interxion se adelantó veinte años posicionándose en lo que hoy llaman la Silicon Alley.

El director de Interxión, Robert Assink


Guillermo Navarro

El casero

Su función es la de guardar los equipos de cientos de empresas, y también sirven de punto de interconexión entre ellas. Es un casero que proporciona el lugar físico a los datos, y que a lo largo de los años ha ido creciendo con 120.000 kilómetros de cableado y 9.000 servidores, cobrando por el metro cuadrado y el kilovatio. Va de Mad1, al más reciente Mad4, que está en plena construcción ,y lo curioso del proyecto, tal y como destaca Robert Assink, director general de Interxión, es su magnitud: «Hemos pasado en veinte años a una escala superior, cuando en 2019 abrimos el tercer centro teníamos 6 Mw, y ahora tenemos 30 Mw con una inversión de 230 millones».

Una de las salas de servidores de Mad1


Guillermo Navarro

Interxión nació como una alternativa para la liberalización del mercado de las telecomunicaciones. En sus instalaciones alojan desde conocidas redes sociales como Facebook o YouTube a plataformas como Netflix o Disney+, pasando por corporaciones como Ferrovial o SEUR, ofreciendo interconectividad más rápida y a menor coste. Al principio la demanda venía sobre todo de las redes de telecomunicaciones, después llegaron empresas no tecnológicas que querían externalizar su datos.

Y la tercera ola vino con el crecimiento de las redes sociales, el ‘e-gaming’ y el streaming. La cuarta ola es la del ‘cloud computing’, con empresas que necesitan la capacidad de computación de un tercero, comprando el servicio que pasa por el cable para poder ofrecer sus productos. Otros, en cambio, prefieren crear sus propios centros de datos. Es el caso de Amazon, que anunció la construcción de tres centros de datos en la zona de Aragón, y el año pasado, primero Microsoft, y después Google e IBM se sumaron a la idea.

Maquinaria de mantenimiento


Guillermo Navarro

Salir de la cueva

Nacieron en Holanda a finales de los 90 y llevan en España desde el 2000. Empezaron en Canillejas porque es un barrio donde había un nodo principal de Telefónica, y una subestación eléctrica. De esta forma tenían potencia eléctrica, más redes de fibra en el mismo sitio. Los cuatro edificios están próximos para que el cliente que vaya a estar en el Mad4 pueda conectarse con cualquier comprador de servicios tecnológicos que esté disponible en los otros edificios, tal como Assink reconoce .

«En ese sentido nos puedes comparar con AENA, que no opera en los aviones, pero tiene una infraestructura compartida y las líneas aéreas le pagan a AENA para llevar y recoger pasajeros. Nosotros en lugar de un aeropuerto tenemos un centro y en lugar de pasajeros tenemos tráfico de datos», explica. En pleno Covid se integraron con la firma estadounidense Digital Realty y ganaron visibilidad, porque hubo una demanda exponencial de conectividad por el teletrabajo y el ocio digital. En ese sentido, Assink reconoce «con la pandemia salimos de la cueva».

Raquel Figueruelo, directora de marketing de la empresa, señala que España está en condiciones de ser por fin emisor de servicios digitales : «La Península Ibérica tiene la red de telecomunicaciones que mejor ha soportado la pandemia». Todo esto viene a demostrar que la interconectividad es fundamental para un Estado, ningún operador es 100% autónomo. Por esta razón, Assink señala: «Somos más sexis como industria. La riqueza de un país ya no debería medirse en PIB, sino en una métrica de interconectividad, porque la calidad de vida ha mejorado gracias a los servicios digitales. Ahorras tiempo y la sociedad digital es esencial para el desarrollo sostenible». Estar advertidos de esta situación puede suponer la diferencia entre desarrollar una buena idea y tener una estrategia de jaque mate.

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