Los atentados podrían restar hasta un 20% del crecimiento europeo


Los atentados terroristas han abierto un nuevo escenario de conflicto e inestabilidad. París y Bruselas han sido objeto de ataques islamistas cuyas consecuencias y coste económico tienen un carácter permanente. Un atentado terrorista provoca un shock cuya intensidad depende del grado de cercanía al lugar del suceso. Tocar uno de los intangibles más importantes en la toma de decisiones de los agentes económicos –la seguridad– implica retrasos en las decisiones de consumo e inversión. Y, en los casos más extremos, cambios profundos en sus elecciones.

En las horas posteriores a una acción terrorista se producen cancelaciones masivas de viajes, reservas de hoteles y alquiler de vehículos. El libre movimiento de personas es el primer afectado y uno de los que más tardan en recuperarse. Perder el miedo a salir a la calle, ir a un aeropuerto o utilizar transporte público es clave para restaurar la normal circulación de personas, de la que dependen muchos negocios y sectores económicos.

Hasta el momento, más del 90% de los vuelos y reservas de hotel han sido canceladas. Este número seguirá creciendo hasta que se restablezca por completo el tráfico aéreo en los aeropuertos de Bruselas. El impacto de los atentados ha sido aún mayor debido al efecto estacional: en Pascua muchas familias deciden viajar a Bélgica de vacaciones. La elección de las fechas por parte de los terroristas no es, desde luego, casual.

Dentro de lo que pueden denominarse «efectos de primera ronda» a corto plazo, además de la restricción a la libre circulación de personas, se encuentran dos cuestiones importantes como son el coste de los daños materiales (ING eleva a 4.000 millones de euros dicho coste) y el impacto financiero de los sectores más afectados. En plena evaluación de los daños, índices bursátiles europeos como el Eurostoxx 50 se han dejado más del 2% semanal, volatilizándose las ganancias obtenidas días antes, después de las palabras de Mario Draghi.

La economía europea depende extraordinariamente del consumo, por lo que las compañías más castigadas en Bolsa son las que guardan una doble relación: están altamente correlacionadas con el ciclo económico y, a su vez, con un negocio dependiente del movimiento de personas. Es el caso de las aerolíneas (IAG, Lufthansa o Air France), operadores aeroportuarios (Fraport o Aeropuertos de París), hoteleras (NH Hoteles o Intercontinental), constructores aeronáuticos (Airbus), aseguradoras (Allianz o Axa) o compañías de consumo (DIA o Carrefour). Todas ellas se han dejado más de un 2% semanal, con caídas superiores al 5% el mismo día en que se produjeron los atentados.

Las consecuencias financieras no acaban aquí. Un buen indicador de la actitud de los inversores es el movimiento en el mercado de divisas. El euro se ha debilitado –aunque no de una forma considerable– frente al dólar americano, mientras que la mayor caída semanal la ha sufrido la libra esterlina (-2,4%). Una de las consecuencias no buscadas por los sucesos de Bruselas ha resultado ser la mayor probabilidad de que Reino Unido salga de la UE (Brexit).

El conjunto de las consecuencias a corto plazo se une a efectos de más largo recorrido o a medio y largo plazo. Quizá la mejor forma de medirlo sea a través de un cálculo del coste en términos de potencial de crecimiento de la economía belga y, por ende, de la europea. Una primera estimación sugiere que el potencial de crecimiento de las economías que sufren graves atentados terroristas se reduce entre una y dos décimas anuales en términos de PIB, en función de la permanencia en el tiempo de unas expectativas negativas sobre la seguridad.

Dadas las bajas tasas de crecimiento de las economías centroeuropeas y de la propia eurozona (en torno al 1,5%), los atentados podrían llegar a restar hasta una quinta parte del crecimiento futuro, neutralizando «vientos de cola» como la caída de los precios del petróleo. El riesgo de más atentados en pleno radio de acción contra el ISIS se traduce en una subida extraordinaria de las primas de los seguros, además de una sofisticación creciente en las coberturas y la exigencia por parte de las aseguradoras de más capital para cubrir futuros siniestros.

No sólo Europa se ve afectada. También los mercados mundiales, especialmente el del petróleo, cuyo suministro sigue dependiendo de los conflictos en Oriente Medio. El riesgo de una subida de precios del Brent por encima de los 45 dólares crece conforme ISIS tiene una mayor cuota del mercado petrolero.

En suma, la amenaza terrorista afecta directamente al bolsillo del ciudadano, tanto de forma directa como indirecta. Sin embargo, su neutralización no depende de un dilema falaz entre libertad y seguridad, por el cual la restricción del libre movimiento de personas trae necesariamente más seguridad. Justo al contrario: una sociedad más libre es más segura.

*Economista socio de China Capital y profesor de IEB

Source: The PPP Economy

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