Lo nunca visto en España: el empleo va mejor que la economía


Esta semana hemos conocido cifras económicas aparentemente contradictorias. Por un lado, la OCDE se ha unido al club de organismos que dentro y fuera de nuestras fronteras están rebajando las previsiones de crecimiento económico. Y no unas décimas, más de dos puntos. Según sus cálculos España crecerá este año un 4,5% en lugar del 6,8%que tenían previsto, lo que supone retrasar un año la recuperación. Hasta 2023 el PIB español no volverá a los niveles precrisis, cuando la mayoría de nuestros socios europeos lo conseguirán ya en este ejercicio. Pero a la vez, los datos de paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social que conocimos el jueves presentan cifras excepcionalmente buenas que han permitido que el mercado laboral sí recupere ya esos niveles previos a la pandemia. ¿Qué está pasando?

Los economistas no tienen muy clara la respuesta. Desde el punto de vista técnico lo único que explicaría que se produzca menos con el mismo empleo, es la caída de la productividad, es decir, que cada empleado genere menos riqueza que antes, lo que, lógicamente no es una buena noticia. De hecho, uno de los objetivos de la economía es conseguir a través de la digitalización y las nuevas tecnologías que con menos horas de trabajo se pueda producir más. Eso permite aumentar los sueldos, reducir la jornada laboral… Dicen los analistas de Ranstad, que «hay que tener en cuenta que detrás de la creación neta de empleo respecto al nivel precrisis hay un aumento de unos 200.000 empleados del sector público, cuyo impacto en términos de aportación al PIB no es significativo.

También podría ser, y probablemente ese es el clavo ardiendo al que se agarra el Gobierno para mantener a capa y espada sus previsiones, que las cifras del PIB que se han estimado estén equivocadas y estemos creciendo más de lo que dice el INE. Pero resulta muy difícil de creer que el Fondo Monetario Internacional, la OCDE, la Comisión Europea, el Banco de España, el BBVA… se equivoquen, y no en una décima sino en varios puntos, y el único que acierte sea el Gobierno. Queda poco para que acabe el año y en breve comprobaremos quién llevaba razón, pero mientras lo cierto es que el empecinamiento del Ejecutivo en mantener sus previsiones acaba restándole credibilidad dentro y fuera de nuestras fronteras.

Algo que también puede explicar el fuerte ritmo de creación de empleo es la denostada reforma laboral del Gobierno de Mariano Rajoy. En los años previos a la crisis financiera de 2008, la economía española necesitaba crecer a un ritmo mínimo del 2% para crear empleo. Esa barrera logró romperse con la introducción de mayor flexibilidad en el mercado de trabajo, que no solo permitió a las empresas adaptarse prácticamente de la noche a la mañana a las necesidades de teletrabajo y cambio de las condiciones laborales impuestas por la pandemia, sino que está permitiendo una fuerte recuperación del empleo. Y es quizás por eso por lo que resulta tan contradictorio que se quiera acabar con una legislación que funciona en lugar de preocuparse por mejorar la norma en aquellos puntos que resultan deficientes.

Sea cual fuera la razón, lo cierto es que este desaclopamiento entre la evolución de la economía y los nubarrones que se ciernen sobre ella y el mercado laboral, mantiene perplejos a los economistas. Pero, sin duda, que se cree empleo a buen ritmo es una buena noticia para España, para nuestros jóvenes y para los más de tres millones de parados que todavía tenemos.

El Gobierno se queda solo con sus previsiones

La revisión a la baja de las previsiones para España es una constante en los útimos meses. Y las estimaciones son cada vez peores. Del 6,5%que predijo el Gobierno en septiembre, se pasó al 5,7% del FMI;el 5,2% del BBVA; el 4,6% de la Comisión Europea y esta misma semana el 4,5% de la OCDE.

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