Las reformas que necesita la Alemania de Merkel


Inmune ante las incertidumbres que acechan a buena parte de sus vecinos, la locomotora alemana sigue imbatible impulsada por un vigoroso crecimiento, una recaudación fiscal sin precedentes o el nivel más bajo de desempleo desde la reunificación. El último informe de la Oficina Federal de Estadística sobre la expansión del Producto Interno Bruto (PIB), arroja que la economía alemana creció un 2,2% en 2017 con respecto al año anterior o que el país cerró el conjunto de sus cuentas públicas con un superávit de 38.400 millones de euros. Ocho años de crecimiento consecutivo que dejan insulso el ya manido dicho que se refiere a Alemania como «la primera potencia europea». En el país, muchos ya no ocultan un cierto y descarado sentimiento de euforia ante un auge económico que no sólo ha servido de reconocimiento internacional, sino que ha desbordado de optimismo los augurios de muchos analistas alentados asimismo por los titulares de prensa que, desde hace meses, gritan a todas luces la buena marcha de la economía germana. Aseguran que el apogeo va para largo; aunque eso mismo dijeron hace una década y, poco después, estalló la crisis financiera.

Detrás de las previsiones, que estiman que el crecimiento en 2018 será igual de exitoso, se esconden ciertas sombras que reclaman un cambio de dirección que no trunque con lo estimado por los analistas. De hecho, y, aunque por el momento son una minoría, también algunos economistas advierten que el próximo ejecutivo que tome las riendas del país debería ignorar a los eufóricos y centrarse en resolver la cantidad de problemas que, detrás del éxito económico, no fueron resueltos en las dos pasadas legislaturas. Alemania se enfrenta a una serie de desafíos que, de no llevarse a cabo, podrían averiar el pantógrafo de su locomotora.

Retos pendientes

El primero y el más importante se refiere a la escasez de mano de obra cualificada. La Federación Alemana de Cámaras de Comercio e Industria (DIHK) fue la última en dar la voz de alarma, al asegurar que el 56% de las empresas germanas acusan una falta de profesionales. Un valor que se ha triplicado desde 2011 y que limita las posibilidades de producción. A nivel nacional, hay más de un millón de empleos vacantes, especialmente en el área de la logística, lo que está desacelerando la actividad de las empresas o, incluso, llevando a muchas al límite de su rendimiento. Como trasfondo, el sistema educativo alemán que, a pesar de contar con bazas como la Formación Profesional Dual, acusa una falta de inversión en los centros educativos o la desgana de un alumnado que, ante la falta de una información o alternativa, termina abandonado sus estudios. Una circunstancia que para algunos economistas hunde sus raíces en los famosos «números negros» del antiguo ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que condujeron a un gigantesco atasco de las inversiones y que a la larga se pagó con una infraestructura lastimosa o en escuelas y universidades ruinosas o mal equipadas. Incluso, hoy en día, Alemania tiene una de las peores infraestructuras de fibra óptica digital entre los países desarrollados, lo que podría restar competitividad en muchas áreas cada vez más importantes, como las tecnologías de la información. Todavía hoy, muchos sectores de la economía germana se apegan a los éxitos del pasado con el riesgo de perder importantes inversiones en el futuro. El consejo, desde algunas esferas económicas, es que Alemania podría asegurar su prosperidad a largo plazo con una inversión cada vez mayor en educación, innovación, infraestructuras y política familiar que, en su conjunto, pueda fomentar la fuerza de trabajo. El camino es largo. Hasta entonces, la DIHK propone una ley que promueva la integración de inmigrantes para intentar paliar la escasez de mano de obra.

Pero no es el único escollo: la desigualdad salarial en Alemania ha aumentado en los últimos 20 años. Hay menos personas con un mejor nivel de vida lo que pone en peligro la fortaleza económica alemana, no sólo porque exacerba la distribución social, sino porque acarrea un impacto duradero en el crecimiento económico, la inversión y el mercado laboral. Unos factores que repercuten con fuerza en otro de los desafíos que es la falta de oportunidades o el aumento de las divergencias sociales. El 70% de los alemanes considera que la desigualdad es demasiado alta, pero la respuesta del Ejecutivo fue establecer unas prioridades que no prevén zanjar este problema. Así y, aunque el nivel de desempleo esté a unos niveles históricamente bajos, muchos ciudadanos tienen trabajos de mala calidad, cobran poco o se ven obligados a subsistir con los subsidios estatales.

Otro de los desafíos es la reforma fundamental del modelo económico alemán. En la actualidad, la política, los negocios, los sindicatos y la sociedad civil son demasiado cercanos e interdependientes. Como ejemplo, la industria automotriz cuyas políticas no son sólo lo suficientemente autónomas como para evitar daños a toda la economía estatal. Además, muchos ámbitos del sector de servicios están sobreregulados, lo que protege los intereses de unos pocos y sacrifica inversión, productividad y trabajadores. Pero con todo, otro de los grandes retos es la reforma de Europa y el euro. Sin una Europa unida y fuerte, Alemania nunca podrá defender sus intereses económicos a nivel mundial. De ahí que sea tan importante que el próximo Ejecutivo y Francia inicien las reformas necesarias para fortalecer el continente. En los próximos cuatro años, Alemania se enfrenta a su mayor desafío económico desde las reformas emprendidas en 2003 y, como advierten algunos analistas, la inversión pública en materias de educación, innovación e infraestructura debe tener la más alta prioridad.

Sólo entonces, Alemania podrá afianzar su liderazgo económico y garantizar la prosperidad y los buenos empleos. Rara vez un gobierno federal tuvo tanto margen de maniobra y, al mismo tiempo, tanta presión para actuar.

Lo que prometen

El documento del preacuerdo alcanzado entre conservadores y socialdemócratas incluye, entre otros puntos, la promesa de no aumentar impuestos, cierta flexibilidad en un compromiso para reducir las emisiones de gases de invernadero y la voluntad de trabajar con Francia para crear pasos que corrijan problemas crónicos en la moneda común. Además, tal y como reclaman los analistas germanos, las áreas prioritarias de inversión serán la educación, la familia e infraestructuras. El impuesto solidario establecido para financiar la reunificación de Alemania se reducirá a 10.000 millones de euros hasta el 2012.

Source: The PPP Economy

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