La ola de sostenibilidad que baña las empresas


Este verano podría ocurrirle a más de uno: irse de vacaciones con la idea de descansar en una playa y encontrarse con un basurero donde debería haber arena blanca, o pensar que ha visto una medusa y que sea una bolsa de plástico. Lo bueno es que tras una experiencia tan traumática, podría volver de su viaje con la semilla de una idea de negocio, y la posibilidad de cambiar un poco el mundo en el intento. Al menos así le ocurrió a Amaia Rodríguez, quien junto con su hermano creó Gravity Wave.

La startup que quiere salvar los océanos del plástico funciona a través de tres pilares. El primero es la recolecta de plásticos. Para lograrlo, han establecido una alianza con Enaleia, una escuela de pesca sostenible que enseña a los pescadores métodos que respetan el ecosistema. Estos pescadores traen a la costa plásticos que se atoran en sus redes, trabajo por el que se les paga. Hoy en día Gravity Wave cuenta con más de 800 pescadores en 100 puertos de España, Grecia, Italia, Egipto y unas pruebas piloto en otras zonas de África, donde tienen la vista puesta.

El segundo pilar es el de la transformación. Donde muchos ven basura, Julen Rodríguez, cofundador de Gravity Wave, aprecia algo muy distinto. «No es residuo, es una materia prima», afirma. El plástico que esta startup recoge llega a CM Plastik, empresa valenciana con la que convierten los desechos en mobiliario de oficina, muebles o elementos decorativos. El tercer pilar es preventivo y se basa en charlas y voluntariado corporativo.

La startup ha creado un nuevo concepto: ‘la huella de plástico’, y cuenta con dos tipos de clientes. El primero, otras compañías, en nombre de las que limpia plástico de los océanos. Es el caso de Bit2Me, para quienes limpiarán 1.000 kilos del Mediterráneo este año. O Dental Pick, quienes generan 2.000 kilos de plástico en un año, y para quienes Gravity Wave limpia esa misma cantidad de plástico, convirtiendo la huella de plástico de la empresa en cero. El otro tipo de clientes serían empresas con las que realizan acuerdos por venta de productos: cuando esas compañías venden un producto suyo, la startup recoge una determinada cantidad de plástico del mar. Rodríguez asegura que esto «les da un valor añadido», ya que le permite a las empresas «diferenciarse de la competencia con sus clientes». La startup cuenta además con una pequeña línea B2C en la que particulares pueden comprar o regalar paquetes de recolección de plásticos.

El nuevo modelo de negocio surgió tras rediseñar su idea inicial, que consistía en vender y crear accesorios para móviles con el plástico reciclado. Estrategia que no tuvo éxito porque crear esos accesorios dependía de unos plásticos específicos, por lo que «no era lo suficientemente beneficioso para el ambiente». Así que ola de sostenibilidad cobró una nueva y eficaz forma.

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