‘Influencers’ sénior: la experiencia también puede ser un grado en las redes sociales


Hace 20 años, cuando las redes sociales entraron en nuestras vidas fueron los jóvenes, por su condición nativa digital, los que más rápido integraron y popularizaron su uso. «De forma natural asociamos las figuras de los ‘influencers’ a estas generaciones», afirma Álvaro Díaz Rivas, Marketing Executive y profesor en Schiller International University. Sin embargo, están ganando más visibilidad en este campo generaciones más adultas, a partir de los 50 años, que cuentan cada día con más seguidores. Según Digital 2021, en el último año el 80% de la población española declaró utilizar habitualmente las diferentes plataformas online, un dato que demuestra que las redes ya no son algo exclusivo de los ‘milllenials’ o ‘Z’. «Aunque a priori pueda chocar a algunos, la nueva tipología de ‘influencer’ no es más que una muestra de la diversidad actual de usuarios», añade Díaz. En su opinión, ambas generaciones coinciden a la hora de definir las claves de su éxito: naturalidad, autenticidad, sinceridad, y capacidad para ser fiel a uno mismo y actuar con honestidad. Los adultos que triunfan en las redes «son capaces de aunar seguidores tanto ‘juniors’ como sénior que entienden y defienden esta realidad».

Las marcas también se han dado cuenta del fuerte impacto que tienen los sénior en un perfil de consumidor. «Las personas mayores de 50 años tienen en sus manos hasta el 70% de la riqueza y controlan más de la mitad del gasto total en sectores como el gran consumo, según diferentes estudios», recuerda el experto. El interés de las marcas en asociarse con ellos es el mismo que existe si hablamos de ‘millenials’ o ‘generación Z’, «crear ‘engagement’, impulsar la conversación y/o influir en la decisión de compra de productos/servicios a un público objetivo». Y resalta también el hecho de que los perfiles sénior, de cierta manera, llevan mucho tiempo ligados a los temas o sectores de los que tratan. Por lo cual, «tienen una gran ventaja: la experiencia acumulada que les da su condición de senior».

A día de hoy Instagram (IG) es la red social más utilizada por los ‘influencers’, seguida de Youtube, Facebook, Twitter y TikTok. Precisamente en IG es donde Carmen Gimeno se ha dado a conocer en el mundo de la moda. Natural de Puertollano, aunque reside en Guecho desde hace más de tres décadas, esta profesora de dibujo en un colegio de Portugalete cuenta con 207.000 seguidores en IG. Licenciada en Bellas Artes, a sus 58 años tiene claro que la docencia es la vocación de su vida, aunque siempre ha sentido un enorme interés por el mundo de la moda. «Para mí, es algo más que combinar ropa, se trata de una forma de expresión y un medio apasionante para dar rienda suelta a la creatividad», explica la ‘influencer’.

A sus 58 años Carmen Gimeno es toda una referencia en el mundo de las ‘influencers’ de moda. La docencia es su verdadera vocación pero cuenta con 207.000 seguidores en Instagram.Sus amigas la animaron a compartir su visión de la moda en IG y nunca pensó en una acogida tan gratificante, «que me llevaría a disfrutar tanto con algo aparentemente tan sencillo». Su hijo Gonzalo se encarga de hacer las fotos con un móvil. Ha colaborado con algunas firmas, pero de momento no se dedica de forma profesional a este mundo ni se lo plantea, porque no se ve lejos de las aulas. Se alegra de ver que «la sociedad está evolucionando hacia la inclusividad en todos los terrenos. Todas tenemos nuestro hueco y me siento muy orgullosa de aportar mi pequeño granito de arena a esta causa», señala Gimeno. Cree que las mujeres de su generación aportan «veracidad en este mundo tan aparentemente artificial de las redes sociales: liberadas de complejos, no nos asusta mostrarnos reales y esto aporta un plus de credibilidad cada vez más valorado».

En TikTok Rosa Vallejo, a sus 81 años, cuenta ya con 6,7 millones de seguidores. Este éxito se lo debe a la complicidad que tiene con su nieto mayor, Christian Morales (30 años), quien empezó a subir vídeos con su abuela, en situaciones divertidas, y hoy es toda una estrella. Natural de Jaén, Rosa llegó a Barcelona con 12 años donde estuvo sirviendo en varias casas. Allí conoció al amor de su vida y padre de sus cinco hijos, pero enviudó con 46 años y poco después perdió a una de sus hijas, la madre de Christian. Sigue siendo la misma persona humilde y trabajadora, y se toma la vida con mucho humor. Está encantada de que los niños la paren por la calle y se quieran hacer una foto con ella, y a todos les dice lo mismo: «Pasad mucho tiempo con vuestros abuelos, haced cosas divertidas con ellos». Sigue sin querer tener móvil, «ya me tienen demasiado controlada», dice Rosa. Dos o tres veces a la semana graba con su nieto los vídeos. «Si no sale bien los tenemos que repetir», afirma entre risas.

Estos vídeos sirvieron a Christian para perder su timidez y comenzaron hace diez años cuando no pudo entrar en Periodismo. «Empezamos a grabar bromas, vídeos de humor, bailar… ahora hacemos experimentos… La veo feliz, se lo pasa en grande, yo también». Darse a conocer en las redes le ayudó a hacer los estudios deseados y poder ser periodista. Son muchas las marcas que acuden a ellos para anunciar sus productos. «Del dinero que ganamos no me pide nada y lo uso para comprarnos cosas y viajar juntos. Es tan humilde como siempre. Lo vive de forma muy natural», asegura Christian.

El mundo de la gastronomía tiene también muchos seguidores en las redes sociales y son varios los ‘influencers’ seniors que triunfan con sus recetas. Uno de los más veteranos es Rafael Antonín, más conocido como Rafuel55. Es de Barcelona, tiene 66 años y 650.000 seguidores en Instagram. En 2008 descubrió Facebook, al darse cuenta de que era una vía para conectar con los jóvenes, entre ellos sus dos hijas, y allí empezó a subir recetas. Lo de la cocina le gusta desde pequeño, cuando iba con su madre al mercado para hacer la compra y la veía cocinar en casa para los nueve hermanos. Es comercial de petróleo y por su trabajo ha visitado muchos restaurantes, quedándose siempre con una multitud de sabores. Cree que en el mundo de las redes aporta «constancia y trabajo». Diseña su receta, la hace, la graba, la edita, la escribe y la sube. Y contesta a los comentarios y preguntas. «Me ha salido bien porque todos los días publico contenidos. Cuando empecé éramos pocos y teníamos menos medios. Me he ido adaptando a los cambios y ahora mis vídeos tienen 30 segundos», destaca el ‘influencer’. Tiene éxito entre jóvenes y personas de su generación, «en la pandemia muchos empezaron a cocinar con mis recetas».

Cocinero y fraile

Fray Ángel Ramón lleva poco tiempo en Youtube pero ya cuenta con 158.000 suscriptores que acompañan todas las semanas sus vídeos en los que además de cocinar cuenta historias de su vida de fraile. De observar a su madre y a otros franciscanos en la cocina, empezó a ocuparse de la alimentación para sus compañeros y para el alojamiento del monasterio de Santo Espíritu, en Gilet (Valencia). Nació en Corral de Calatrava (Ciudad Real) hace 51 años y con la pandemia vio truncada su idea de realizar un curso de cocina. El canal de Youtube fue una forma de mantener ese sueño y sin imaginarlo ha sido la salvación para el convento, ya que al cerrar la hospedería por el Covid se quedaron sin ingresos.

El canal de Youtube de Fray Ángel Ramón, 51 años, cuenta con 158.000 suscriptores. Cada lunes, a las 9 de la mañana, sube un vídeo en el que además de cocinar cuenta anécdotas de su vida en el monasterio franciscano del Santo Espíritu en Gilet (Valencia)«En el vídeo elaboro un plato pero también cuento mis historias y a la gente le gusta. Youtube es una ventana al monasterio y nuestra vida es la que evangeliza. Estamos saturados de palabras y la gente quiere experiencias. Ven lo que somos», afirma el fraile. Se considera torpe con las redes sociales y para los vídeos tiene la ayuda de una de las empleadas de la hospedería, que graba, y un joven que edita los vídeos. «Las redes sociales son un medio muy importante y lo estoy certificando. Puedo llegar a muchos sitios, en todo el mundo», añade. Gracias a estos vídeos las visitas en la hospedería han crecido mucho porque sus seguidores quieren conocerle en persona. De momento los ingresos por los vídeos han servido para tirar adelante, pero si las suscripciones aumentan espera invertir los ingresos en obras del monasterio, «que ya tiene 600 años y son muchos los arreglos que hay que hacer». Fray Ángel sigue con su vida de trabajo y oración, y ante las cámaras le sale todo de forma muy natural: «No tengo un guión previo», afirma. Se alegra de transmitir paz a sus seguidores, de quienes recibe comentarios muy positivos. Él también es usuario de Youtube, en especial de un canal de documentales etnológicos y de algún otro cocinero.

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