¿Ha muerto el bitcoin?


Como la espuma del champán, los bitcoin y el resto de criptomonedas han caído tan rápido como subieron. A finales de 2017, un bitcoin cotizaba a casi 13.000 euros. Poco más de un año después, su valor ha caído hasta el entorno de los 3.200 euros, acumulando una depreciación del 75% que dispara las dudas sobre la supervivencia de las llamadas criptomonedas.

En la actualidad existen más de 1.500 tipos de activos virtuales, como prefiere denominarlos el Banco de España, en circulación. En septiembre de 2018 se calculaba que movían en el mercado casi 200.000 millones de dólares (176.280 millones de euros) aunque esas cantidades podrían variar ostensiblemente ya que no existen organismos emisores ni reguladores. El Banco de España ha advertido de que no están reguladas por el ordenamiento jurídico español ni son supervisadas en forma alguna. De hecho, la autoridad monetaria ha avisado de que los criptoactivos están sujetos a fuertes oscilaciones debido a que su valor depende de que haya otros usuarios dispuestos a adquirirlas. «La formación del precio no es transparente y podría manipularse», indica. Y, lo que es peor, no tienen el respaldo del fondo de garantía de depósitos.

En otras palabras, hasta el dinero del monopoly tiene más respaldo que el bitcoin. La meteórica revalorización de las criptomonedas hizo ricos a quienes se metieron en el negocio antes del «boom» de 2017. Quienes entraron en 2018, aún lo están pagando.

El mecanismo de funcionamiento es sencillo. A través de la tecnología blockchain los inversores compran, pagando en divisas reales, algoritmos o trocitos de algoritmos de los que se forman estas criptomonedas. Según admitió Leif Ferreira, consejero delegado y fundador de BIT2Me, a este diario, las criptomonedas no están sujetas a ningún Gobierno ni a ningún banco del mundo.

Su opacidad como sistema para canalizar grandes sumas de dinero ha sido objeto de controversias sobre la posibilidad de que sirvan para lavar dinero procedente de actividades ilegales. Por este motivo y porque su acción se escapa al control de los bancos y de los gobiernos y sus respectivas haciendas, pueden estar detrás de las causas de su estrepitoso hundimiento y de su futuro como vehículos de inversión.

Source: The PPP Economy

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