España multiplica por cuatro su PIB tras 30 años en la UE


España se encuentra cada año entre los socios europeos con mayor sentimiento positivo hacia la Unión Europea. Aunque la crisis ha hecho mella en el fervor europeísta de los españoles, lo cierto es que los últimos datos del Eurobarómetro arrojan un balance favorable tras 30 años de pertenencia al mayor bloque económico y político del mundo. De hecho, el 64% de la población española considera que el euro es algo positivo para el país, mientras que un 27% tiene una visión negativa sobre la moneda única, según los datos de 2015. Un porcentaje favorable que ha aumentado ocho puntos respecto a la encuesta realizada el año precedente, en la que un 56% se manifestaba a favor del euro, y es tres puntos mayor que la media de la eurozona (61%).

Los datos macroeconómicos avalan esa percepción positiva hacia una integración que comenzó de forma efectiva el 1 de enero de 1986, tras la histórica firma del Tratado de Adhesión el 12 de junio de 1985 en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid. Desde entonces, el producto interior bruto (PIB) de España se ha multiplicado por 4,5 veces (en precios de mercado) desde la entrada en la UE, pasando de los 243.382 millones de euros de 1986 a los 1,07 billones previstos para el cierre del ejercicio 2015. Además, España también ha recortado distancia con respecto al resto de integrantes de la UE en cuanto al PIB. Entró en la UE con un PIB equivalente al 72% de la media de la UE y en el 2014 se situaba en el 94%.

De forma directa, los bolsillos de los españoles se han visto beneficiados por la integración europea, la tercera ampliación que realizaba por entones la UE, que quedaba compuesta por 12 estados. En 1986, el PIB per cápita a duras penas alcanzaba al cambio de hoy los 6.000 euros, mientras que en 2015 cerrará en niveles superiores a los 23.000 euros tras una severa recesión que ha frenado la meteórica progresión de la riqueza nacional con el comienzo del siglo.

Desde mediados de los años 80, España vivió una transformación profunda y sin precedentes de su estructura social y económica. La integración en la Unión Europea contribuyó de forma significativa a este cambio radical. Tras ocho años de duras negociaciones, la adhesión no sólo sacó a España del aislamiento internacional, sino que la colocó en el lugar que por derecho histórico le correspondía como puente entre Europa y América.

El proceso de integración supuso además un cambio de mentalidad para adaptar todas las estructuras económicas y sociales a los estándares europeos, lo que generó estabilidad en todos los órdenes. En este sentido, la incorporación a la moneda única supuso un ejercicio de equilibrio y contención en el gasto que prosigue hoy en día para cada una de las economías miembros de la eurozona. Sin embargo, el avance es igualmente válido en otros órdenes, como la investigación y el desarrollo de las nuevas tecnologías.

España cuenta con empresas innovadoras de primera línea en múltiples sectores, desde la ingeniería hasta los móviles. Si en 1985, España invertía el 0,57% del PIB en I+D; tres décadas después, según datos del INE, el gasto ascendió a 13.000 millones de euros en 2013, lo que equivale a un 1,24% del PIB tras el fuerte descenso del 2,8% registrado respecto a 2012.

El desembarco de los fondos europeos a cambio de la apertura del mercado español a los productos procedentes de la UE ha sido especialmente significativo en la modernización de las estructuras productivas y de las infraestructuras. Las políticas de cohesión para las regiones también han estrechado la brecha entre las regiones más pobres de España, algunas de las cuales se encontraban prácticamente olvidadas.

Según los datos de la Comisión Europea, entre 1986 y 2015 España recibió una cantidad próxima a unos 350.000 millones de euros en ayudas. En fondos para la agricultura se destinaron 151.400 millones de euros (excluido el fondo de reestructuración del azúcar) hasta 2013, mientras que las partidas asignadas entre 2014 y 2020 superan los 45.000 millones de euros. Estas políticas han logrado convertir a España en uno de los países líderes a nivel global en el sector hortofrutícola.

Gracias a los fondos estructurales, España pasó de disponer de 4,18 kilómetros de autopistas por cada 1.000 kilómetros en 1985 cuadrados a 19,25 kilómetros en 2002. Un incremento espectacular de las infraestructuras viarias del 360,53%. Es ese periodo, España pasó gracias al apoyo de la Unión Europea a tener más kilómetros de autopistas en 2002 que Francia o Reino Unido.

La integración ha generado además miles de puestos de trabajo, al convertir a España, por poner un ejemplo, en el segundo productor europeo de automóviles, tras la implantación de buena parte de la producción del sector en nuestro país. El meteórico desarrollo y la estabilidad financiera y política al abrigo de la UE disparó asimismo la llegada de capitales extranjeros y de turistas.

Source: The PPP Economy

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