España: de momento bien, pero…


Tan cierto es que el crecimiento que vaticinó el FMI para España fue la corrección al alza más elevada entre las grandes economías mundiales como que las alarmas se han disparado y no dejan de sonar. No sólo ha sido el organismo dirigido por Christine Lagarde quien ha instado a nuestro país a acabar pronto con la inestabilidad política, sino que desde entidades como Goldman Sachs, Fitch o Moody’s ya han avisado de los posibles impactos que acarreará. La situación continúa siendo frágil y todo el mundo permanece a la espera para ver qué pasará.

La economía española crecerá, según las últimas previsiones, un 2,7% este año y un 2,3% el próximo. Sin embargo, la incertidumbre podría arañar un 1% al PIB y destruir unos 300.000 empleos. Fuentes consultadas explican que las actuales ocho décimas de crecimiento trimestral pueden reducirse, a través de un progresivo deterioro, a la mitad; una tasa con la que la creación de puestos de trabajo sería prácticamente nula. ¿Quién gobernará? ¿Cómo lo hará? ¿Qué reformas derogará? La ecuación no vislumbra una sencilla solución. Este año podría ser bueno para la economía si se despejaran pronto las incógnitas. Las voces del perenne carrusel parlamentario se escuchan al otro lado del charco. Y desde Bank of America también han advertido de posibles «shocks» por la parálisis política. «Es evidente que la situación de incertidumbre, si se prolonga, afectará». Ángel Laborda, director de Coyuntura y Estadística de Funcas, explica que España lleva dos años recuperándose y que su ritmo de reactivación le permite funcionar por sí misma, sin necesidad de que un Gobierno empuje por detrás. No obstante, admite que las expectativas pueden erosionarse y la marcha, aminorar.

Del último informe del FMI se desprende que la eurozona crecerá este año un 1,7%. Pero tras severos ajustes y políticas de austeridad, Europa se enfrenta a nuevos gobiernos en distintos países que podrían abandonar el impulso reformista e incluso rebelarse contra el Pacto de estabilidad presupuestaria.

Si bien algunos expertos consideran que la crisis política en España supone una amenaza para el crecimiento de la UE, Laborda opina que las probabilidades de impacto son muy escasas gracias al BCE, que «actúa de paraguas, interviene en los mercados e impide que la situación política tan incierta provoque otra crisis». De hecho, asegura que si el BCE no estuviera actuando, la prima de riesgo española se hubiera disparado y habría una nueva crisis monetaria en la eurozona. Sin embargo, señala que en un escenario peor, con anuncios de incumplimientos de déficit, Draghi no prorrogaría sus políticas, ya que el BCE sostiene el euro siempre y cuando los gobiernos hagan lo que tienen que hacer. «Si hay rebeliones y desbarajustes, el BCE podría dejar de actuar», apostilla. España incumplió sus objetivos de déficit en 2015 –lo cerró en torno al 5%– y para este año se ha comprometido a reducirlo hasta el 2,8%. Nuestro país sólo sería un problema para la Unión Europea si el nuevo Gobierno se negara a cumplir sus compromisos fiscales.

Source: The PPP Economy

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