El BCE permitirá subidas de precios, aunque intervendrá ante un 'shock'


La revisión estratégica del BCE ha sido aprobada por unanimidad en el consejo de gobierno, lo que significa que este cambio histórico ha contado también con el visto bueno alemán. «Han pasado 18 años desde la última revisión de la estrategia y los tiempos cambian con gran rapidez, no podemos permitirnos esperar otras dos décadas antes de volver a revisar», ha anotado Christine Lagarde antes de anunciar que estas revisiones pasan a ser periódicas dejar convocada la siguiente para 2025. El BCE se convierte así en una institución mucho más dinámica y gana en capacidad de adaptación, aunque también menos previsible, una característica que nunca ha supuesto un piropo para un banco central. Sin duda asistimos a un momento con destellos revolucionarios en el que la entidad se está liberando del que a lo largo de la historia ha sido un estricto corsé para su actividad: el objetivo de inflación. El BCE abandona el «2% o ligeramente por debajo del 2%» que regía hasta ahora, para vigilar un «2% flexible y simétrico», que según ha enfatizado Lagarde no supondrá un techo de los precios. Queda más o menos calro que se refuerzan las expectativas de inflación a medio plazo y que podemos dar por seguras subidas de precios en los próximos meses sin que el BCE vaya a hacer ya nada por evitarlo.

«Esta nueva formulación del objetivo permite menor ambigüedad porque reemplaza al a anterior, que era doble y más enrevesada, requería interpretación. Esta no, por lo que ganamos en claridad y será más fácil de comunicar», defendió la presidenta del BCE en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo en Frankfurt. «En ocasiones daba lugar a percepciones erróneas sobre las aspiraciones del Consejo de Gobierno», ha insistido en que la antigua formulación era menos conveniente y tras insistir en que «ese 2% no será un techo de los precios». El documento que recoge la nueva estrategia del BCE, que ha sido negociada durante un año y que ocupa apenas dos páginas de extensión, reconoce que el Índice de Precios al Consumo Armonizado (IPCA) seguirá siendo la principal referencia para medir la inflación, pero ha anunciado que a partir de ahora se introducirán parámetros que hagan esa lectura más precisa, como la evolución del precio de la vivienda según los alquileres imputados, que «será una medida complementaria a la hora de tomar nuestras decisiones». Lagarde no espera que la inclusión de los alquileres en el cálculo de los precios vaya a suponer un gran cambio en la medida del IPC, a pesar de que algunos expertos calculan que, si se hubieran tenido en cuenta entre 2015 y 2019, la inflación europea habrá registrado valores 10 puntos básicos anuales por encima de los registrados.

Lagarde ha puesto mucho énfasis en explicar que el objetivo del 2% es «a medio plazo» y «simétrico», por lo que se admitirán niveles de precios por encima y por debajo de ese punto. «Sabemos que no será constante y que habrá desviaciones, estaremos muy preocupados por las desviaciones consistentes y persistentes, lo que requerirá acciones por nuestra parte». Ha insistido también en que «en caso de un ‘shock’ adverso, será necesaria una reacción más efectiva» y ha puntualizado que las desviaciones negativas se corregirán «de forma contundente o persistente mediante acciones de política monetaria».

En cuanto a las herramientas del BCE, «la más importante seguirá siendo los tipos de interés, no cabe duda», pero la nueva estrategia reconoce que se seguirá contando también con las medidas extraordinarias «que hemos venido usando durante los últimos diez años», lo que apunta a que la nueva estrategia no hace sino poner negro sobre blanco y solidificar unas prácticas que ya se venían llevando a cabo en el BCE pero que no encajaban con comodidad en los estatutos. Desde el ‘whatever it takes’ de Mario Draghi en adelante, quedan oficializados todos los creativos instrumentos con los que el BCE ha estado apuntalando la continuidad de las economías europeas a lo largo de as últimas tres crisis.

Otro de los principales cambios es que el BCE amplía los objetivos de su política monetaria. «El objetivo principal del BCE es mantener la estabilidad de los precios en la zona euro, pero sin perjuicio de ese objetivo, el eurosistema apoyará las políticas económicas generales de la UE con el fin de contribuir a la realización de sus objetivos y necesidades», ha dicho Lagarde, que ha mencionado entre ellos el crecimiento económico equilibrado y una economía social de mercado altamente competitiva, tendente al pleno empleo y al progreso social, con un elevado nivel de protección y mejora de la calidad del medio ambiente. Porque también ha conseguido la presidenta del BCE incluir en los objetivos estructurales de la entidad que preside la protección del clima.

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