Deutsche Bank anuncia su mejor resultado en diez años


Deutsche Bank anuncia su mejor resultado en los últimos diez años, con unas ganancias de alrededor de 3.400 millones antes de impuestos, que quedan después de impuestos en 2.500 millones de euros, cuatro veces más que en el primer año de la pandemia y muy por encima de lo que esperaban los analistas en promedio. Después de deducir los pagos de intereses a los tenedores de bonos similares a acciones, el resultado final es de unos1.900 millones de euros limpios, que permiten decir ya con la boca grande el primer banco alemán está saliendo del túnel.

En el conjunto de 2020, Deutsche Bank volvió a obtener beneficios por primera vez, tras cinco años seguidos de pérdidas, pero fueron unos relativamente discretos 113 millones de euros y solo en 2021 parece tomar una velocidad de crucero que permita hablar de recuperación. «Las cuatro áreas comerciales se están desarrollando según lo planeado o incluso mejor, y hemos logrado un progreso más rápido de lo esperado en la reducción de las existencias antiguas», ha resumido el director ejecutivo Christian Sewing. Los costes esperados de la reestructuración del grupo, iniciada en 2019, se han digerido casi por completo. El banco también se benefició en 2021 de tener que reservar significativamente menos dinero para posibles impagos de préstamos que en el primer año de la pandemia. Pero sin duda la mayor fuente de ganancias fue nuevamente la banca de inversión, en el que destaca el comercio de bonos y divisas. En conjunto, la aportación del banco de inversión al beneficio aumenta un 4% en 2021.

Como fruto de estos resultados y después de dos años en baldío, los accionistas de Deutsche Bank recibirán nuevamente un dividendo de 20 céntimos por acción para el año fiscal 2021, lo que supone una distribución de capital de 700 millones de euros. Para lograrlo ha sido necesaria una restructuración de gran calado a la que el grupo financiero se ha sometido desde mediados de 2019. En el curso de este proceso, se han cerrado departamentos enteros, se han vendido partes de la banca de inversión que habían sumido mayores riesgos y se han tomado duras medidas de reducción de costes. La operación ha costado alrededor de 18.000 puestos de trabajo en todo el mundo, aproximadamente uno de cada cinco como parte de la conversión.

En su sede de la City londinense y en Nueva York, la jornada en la que comenzaron los despidos, en julio de 2019, recordaba la fatídica jornada de Lehman Brothers de 2008. «Personalmente, lamento el impacto que va a tener en algunos de ustedes», decía la carta que han recibido los exempleados y que todavía recibirán algunos de los empleados de la entidad, «en el interés de nuestro banco a largo plazo no tenemos otra alterativa que efectuar esta trasformación decisiva». Los costes económicos relacionados con la conversión están calculados en 1.500 millones de euros en 2021, un aumento del 21% en comparación con el año anterior.

Sewing se felicita ahora por el creciente interés de los clientes en la financiación y las inversiones sostenibles. A finales de año, el banco había habilitado 157.000 millones de euros en este tipo de productos ESG. «Esto significa que probablemente podremos alcanzar nuestro objetivo de al menos 200.000 millones de euros a partir de 2022 y no a finales de 2023», como habían previsto inicialmente. Los datos permiten por tanto el optimismo y apuntan a la supervivencia de un banco que ha llegado a estar en la cuerda floja después de la penúltima crisis, pero cabe señalar que los bancos alemanes, entre los que se encuentra, siguen sin siquiera acercarse a las cifras de beneficios de los bancos estadounidenses. Es la consecuencia de la crisis financiera de 2008 y 2009.

Mientras que los bancos en los Estados Unidos fueron rescatados con gigantescos paquetes financieros, en Europa la ayuda fue significativamente menor, explica Christoph Schalast de la Escuela de Finanzas de Frankfurt. «Al final los bancos estadounidenses salieron fortalecidos de la crisis financiera, los bancos europeos, sin embargo, bastante debilitados», explica el experto. «Además, un banco como Deutsche Bank, especialmente antes de 2007, confió en la banca de inversión estadounidense y asumió grandes riesgos que todavía sigue rumiando hoy en día». Una peculiaridad de la cultura financiera alemana, además, aumenta el grado de dificultad, porque las cajas de ahorros y los Volksbanks compiten con los bancos privados. «Las cuotas de mercado que Deutsche Bank o Commerzbank, por ejemplo, tienen en el negocio de banca minorista son significativamente más bajas que en el extranjero, en España o en Francia, donde los mercados están mucho más consolidados», dice Philipp Häßler, experto de Pareto Securities, «y la competencia sigue aumentando: el mayor banco estadounidense, JP Morgan, quiere seguir creciendo en Europa y abrirse a la clase media en el futuro».

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