De las «subprime» al populismo


La Gran Recesión de 2008 dejó una crisis global sin precedentes, pero no trajo el apocalipsis del sistema. Dejaba, eso sí, un legado brutal de empresas en ruinas, economías descarriladas, empresarios y dueños de pisos en bancarrota y unas cifras de paro escalofriantes. También destruyó una de las instituciones financieras más importantes del mundo, Lehman Brothers. Un banco de inversión fundado en 1850, el cuarto mayor de EE UU, cayó envuelto en llamas cuando reventó el gran banquete de las hipotecas subprime. No cuesta demasiado entender que el actual auge del populismo, el repunte nacionalista y el ataque frontal contra las viejas instituciones democráticas está relacionado con aquel maremoto. También una serie de medidas reguladoras diseñadas para intentar corregir la liberalización de ciertas prácticas bancarias. Un fenómeno que arranca con la crisis del petróleo, en 1973, y que aceleró con la llegada al poder de Ronald Reagan en 1981.

Así, la principal reacción a la crisis consistió, primero, en la nacionalización de varios bancos bajo la presidencia de George W. Bush y, ya con Barack Obama, en la ulterior aprobación de la Ley Dodd-Frank en 2010. La norma obligaba a las entidades bancarias a seguir una serie de protocolos, incluido un potente aprovisionamiento de fondos y la superación de unos rigurosos test de estrés anuales a fin de demostrar que podían sobrevivir a otra crisis como la de 2008. El regulador estadounidense no estaba dispuesto a que el contribuyente asumiera otra vez las cargas de rescatar las entidades en crisis y/o de arriesgar la estabilidad de todo el sistema a la buena estrella de los bancos. El espíritu de las regulaciones, extensibles con matices a Europa, lo había explicado en 2017 Sabine Lautenschläger, miembro del BCE: «Después de todo, los banqueros son personas. A veces pueden sobreestimar las ganancias potenciales y subestimar los riesgos». El fracaso de un sólo banco puede dañar todo el sistema financiero y, por ende el resto de, la economía. En conclusión, por eso los bancos necesitan reglas.

Source: The PPP Economy

GrupoUnetcom