De Guindos: "Hay que mejorar la financiación autonómica, pero con déficit cero"


Luis de Guindos acaba de sumar a sus responsabilidades en funciones del Ministerio de Economía y Competitividad las de la cartera de Industria, Energía y Turismo. Asegura, tajante, que España «no se está desindustrializando» y que nuestro país debe seguir profundizando en las reformas para consolidar el crecimiento. Le inquieta el futuro de Europa. Su mirada está puesta en el referéndum del Reino Unido y cree que, ante el peligro del populismo, la UE debe avanzar en la integración.

– ¿Qué es lo que más le preocupa de la economía que deja?

– Prefiero empezar por resaltar los aspectos positivos. Dejamos una economía que crece más del 3% y genera en torno a medio millón de puestos de trabajo al año, con superávit en la balanza de pagos y una inflación inexistente. Los fundamentos son totalmente diferentes, hay menos endeudamiento y financiación del exterior, y una banca mejor. Tenemos vulnerabilidades: mucha deuda privada y pública y un mercado laboral que aún no ha recuperado sus niveles precrisis. Llegamos a perder 3,5 millones de empleos y hemos generado casi un millón en los dos últimos años. El déficit público es otra debilidad, aunque se ha reducido mucho. Es el más elevado de la zona euro. El objetivo para este año, una vez revisado de acuerdo con la coyuntura actual, es del 3,6%.

– ¿Por qué han revisado a la baja las previsiones económicas?

– Ha habido un deterioro importante del entorno global. Sobre todo, la desaceleración de las economías en desarrollo, principalmente la de China; el impacto negativo que ha tenido el precio de las «commodities» o materias primas, y la volatilidad de los mercados. Hemos sufrido varias turbulencias y no descartaría que se produjeran más porque el margen de maniobra de la política monetaria y fiscal está agotado.

– Se ha comprobado que el desplome del crudo no ha sido tan ventajoso…

– En la última reunión del FMI muchos mostraron su asombro porque algo que, a priori, tendría que favorecer el crecimiento, ha resultado inocuo. Estoy convencido de que se infravaloró el enorme nivel de endeudamiento que tenía el sector energético y la elevada exposición de la banca mundial.

– ¿Tiene confianza en que la Comisión dé su visto bueno al aplazamiento del cumplimiento de los objetivos de déficit?

– Nadie puede poner en cuestión el esfuerzo en ajuste fiscal que ha hecho España. Hemos presentado unas proyecciones que adaptan la senda fiscal al cierre del año pasado. Tratar de cumplir el objetivo del 2,8% este año produciría un daño muy importante a la economía española y no podemos olvidar que el propio Pacto de Estabilidad y Crecimiento incluye un componente de flexibilidad.

– ¿Cuáles son las reformas más urgentes que necesita España?

– Hay que concluir el proceso de privatización de las dos entidades que están en manos del Frob. Hemos de elaborar un nuevo sistema de financiación autonómica. El actual es manifiestamente insuficiente. En esta línea, estoy convencido de que se les debe dar los recursos suficientes, pero es imprescindible que el déficit de las comunidades sea cero. En el ámbito laboral, tenemos que incidir en las políticas activas de empleo y hacer más atractivos los contratos indefinidos.

– ¿Cuál es el secreto de que España sea más locomotora que otros países de la UE?

– Las reformas económicas. Hay dos factores que se derivan de ellas y que nos diferencian de la media europea: la competitividad, lo que se pone de manifiesto en la inversión directa de manufacturas, y la vuelta al crédito. Las pymes tienen ahora una mayor disponibilidad de dinero a menor coste.

– ¿Se están quedando en las fronteras muchas inversiones?

– La situación política no es, desde luego, la ideal. Además, la incógnita sobre unas nuevas elecciones añade otro elemento de incertidumbre. No se ha registrado un impacto importante en el consumo de las familias ni en la exportación de bienes y servicios, pero sí se detecta un impasse en determinados proyectos de inversión a la espera de que se clarifique el panorama. No obstante, esto no se refleja aún en los indicadores macroeconómicos coyunturales.

– Pero sí en la ralentización de la creación de empleo…

– Se hubiera producido de todos modos. La creación de empleo tiene que ir ajustándose a la evolución económica a lo largo del ciclo.

– ¿Han detectado un proceso de reajuste de las plantillas por miedo a que se derogue la reforma laboral?

– No. Los datos no dicen eso. No ha habido ningún tipo de «efecto adelanto».

– ¿Teme que la desaceleración china sea mayor de lo que se dice?

– Lógicamente en las estadísticas chinas hay que fijarse más en la tendencia que en el valor absoluto. China tiene un problema de sobreinversión, sobre todo en industria pesada, y la transición de una economía basada en el crédito y la inversión a otra sustentada en el consumo y el sector servicios será compleja. Dado el peso de este país, ello incidirá sobre el conjunto de las economías.

– ¿Le preocupa el futuro de Brasil, donde las empresas españolas están muy presentes?

– En este país coinciden la corrección de desequilibrios y el pinchazo de burbujas con una crisis política evidente. De todas formas, Brasil seguirá suponiendo un mercado importante para España.

– ¿Cuáles son sus previsiones con respecto al precio del petróleo tras la reciente reunión de Doha?

– Se estabilizará a corto plazo entre 40 y 50 dólares. Lo más importante era acabar con la caída libre de la cotización, porque los movimientos bruscos en economía nunca son buenos. Es una barbaridad pasar de más de 110 dólares a estar por debajo de los 30 dólares en un periodo de tiempo muy corto.

– ¿Se puede aguantar mucho tiempo con los tipos de interés por los suelos?

– No es natural. Es una situación extraordinaria que obedece fundamentalmente a la necesidad de los bancos centrales de inyectar liquidez, pero tiene efectos colaterales en compañías de seguros, fondos de pensiones y bancos. El BCE ha sido sensible a la situación y en la próxima inyección a tipos negativos que va a realizar, España puede acceder a unos 200.000 millones de euros, lo que será positivo desde el punto de vista de la reconstitución del margen para los bancos.

– ¿Se ha quedado Europa sin munición para combatir una supuesta nueva crisis?

– No. Europa no tiene un crecimiento brillante, más bien mediocre. Pero su problema fundamental es que la inversión está muy constreñida, a pesar de que la financiación es barata, porque las expectativas de retorno no son buenas. Tenemos que trabajar en reformas para que la inversión vuelva a ser atractiva.

– ¿Tiene futuro la zona euro sin unión fiscal?

– Ése debe ser el gran objetivo. Lo que pasa es que no todos los países están en la misma posición y la unión fiscal, que acarrea compartir riesgos, requiere disponer de sistemas que los mitiguen. Es el paso definitivo y se dará, sin duda. En pocos años deberíamos empezar a recorrer ese trayecto. También dependerá de las crisis que tengamos porque las decisiones más importantes de Europa se suelen tomar cuando se está al borde del precipicio. Y hay una causa, como es la del populismo, que nos debe llevar a avanzar en la integración de la zona euro. El populismo es el principal reto al que se enfrenta Europa en estos momentos.

– ¿Dejaría la UE al futuro gobierno español desviarse de su ortodoxia económica?

– España es una economía muy importante. A mí la imagen del Gran Hermano europeo no me gusta. Los miembros de un club deben saber que el cumplimiento de las reglas es fundamental y no tiene por qué aparecer el jefe o el director para imponerlas. Creo más en el convencimiento propio. Debemos saber que formamos parte de uno de los núcleos de decisión más importantes del mundo y que ahí se está llevando a cabo un proceso de unión aún sin concluir cuyas contrapartidas conllevan una serie de obligaciones. Que España vaya bien es muy importante para el resto de los miembros del club.

– ¿Sigue teniendo España 17 mercados?

– Continúa habiendo divergencias. No hemos conseguido con la Ley de Mercado Único una armonización total. Tenemos que culminar el proceso derivado de esta normativa. Todavía queda bastante por hacer tanto en normas nacionales como autonómicas.

– Exportamos bastante más, pero son pocos los que venden sus productos fuera de nuestras fronteras. ¿Cómo superar esta disfunción?

– España tiene una revolución pendiente, la del tamaño de sus empresas. Nuestras pymes son especialmente pequeñas y esa condición dificulta tanto su presencia en el exterior como su gestión. Se debe a que tienen muy poco capital y muchísima financiación bancaria. Es necesario que posean más recursos propios y se endeuden menos. Además, hay muchísimas normas que impiden su crecimiento. Ésta es una tarea clave para el próximo gobierno.

– ¿Los escándalos de corrupción que han salpicado al PP han bloqueado o limitado la acción de gobierno?

– No. Lo que han hecho fundamentalmente es producir un daño moral en la sociedad española. El coste moral de la corrupción es mucho más importante que el económico en sí.

Source: The PPP Economy

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