Catalexit: Cataluña pagaría seis veces más que España por financiarse


«Es la economía, estúpido». La frase que James Carville, estratega electoral de Bill Clinton durante la campaña a la Presidencia de Estados Unidos de 1992, acuñó para que el candidato demócrata reparase en que lo importante para ganar aquellos comicios era hacer hincapié en los problemas cotidianos de los ciudadanos, bien podría aplicarse ahora al desafío secesionista catalán. Carles Puigdemont y lo suyos han prometido un país más prospero y a la vanguardia del estado del bienestar si se separa del resto de España. Cómo piensan pagarlo es algo de lo que no han dado explicaciones. Sencillamente, aducen que la economía mejorará por el mero efecto de la secesión y los servicios se podrán pagar.

Perspectiva negativa

Ningún experto comparte el optimismo del independentismo catalán sobre la economía de una Cataluña independiente. Para empezar, porque la comunidad tiene cerrados los mercados de financiación a cal y canto. Si en estos momentos puede pagar sus servicios es porque el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) articulado por el Gobierno la está financiando. Ahora mismo, le debe 53.000 millones de euros, lo que convierte al Estado en su principal acreedor. Incluso en el hipotético caso de que pudiera volver a los mercados –Moody’s cree que eso no ocurriría hasta que la incertidumbre se disipara–, las condiciones a que se financiaría serían más que desfavorables. «Para emitir deuda a entre cinco y diez años tendría que ofrecer un interés que rondaría, al menos, el 8% o el 10%», explica Miguel Ángel Bernal, economista y profesor del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Victoria Torre, analista de SelfBank, coincide en que no sería descabellado que tuviera que ofrecer un 7% o un 8%. Para poner en perspectiva este interés, baste decir que el 10% es similar al que paga Kenya por su bono a diez años y que la deuda española con este vencimiento cotizaba ayer en el entorno del 1,6%, seis veces menos. Ayer mismo, la Comunidad de Madrid anunció una emisión de 25 millones de euros de deuda pública a 26,38 años y un 5,25% de interés.

Deuda a corto

En caso de querer financiarse a corto plazo, el coste para Cataluña sería mucho mayor. Enrique Quemada, presidente internacional de ONEtoONE Corporate Finance, calcula que tendría que ofrecer un interés que rondaría el 20% para emitir a tres o seis meses. Según datos de ayer recabados en el mercado secundario, la rentabilidad exigida a España por su deuda a 3 años era del -0,045%. A Cataluña se le pedía el 3,397%, frente al 2,692% de siete días antes. Países como Botsuana (-2,2%) o Rumanía (-2,31%) se financian más barato en este plazo. «Cataluña acabarían teniendo que financiarse como una empresa, de acuerdo con el riesgo de su balance, y no como un país dada su falta de credibilidad», concluye Quemada.

Se decantara por una u otra opción para conseguir fondos, la primera emisión, además, le saldría mucho más cara a Cataluña. «Siempre es la más cara para una entidad porque nadie te conoce. Cuando ya tienes un histórico puedes vender más barato», añade Bernal, que ha desarrollado parte de su carrera profesional como gestor de fondos.

Aunque sortease la dificultad del interés, Cataluña tendría también que driblar otro escollo no menor: a quién venderle su deuda. Dado que la nota de su deuda es en este momento de bono basura, ningún inversor institucional la compraría. Las compañías de seguros, porque las penalizaría; la banca, porque, además del riesgo que conlleva, no les serviría de colateral –garantía– para solicitar financiación al Banco Central Europeo (BCE); y otros grandes inversores como fondos de pensiones tampoco la querrían porque optan por emisiones más seguras de entidades con mejor «rating». ¿Quién compraría entonces esta deuda? Vehículos de inversión de carácter especulativo, explica Bernal. Aunque lo harían de forma limitada. Estos fondos apuestan por bonos más arriesgados, pero, a cambio, invierten pequeñas cantidades para cubrirse las espaldas. «Ellos pueden hacer varias inversiones arriesgadas con la expectativa de que una salga mal y lograr beneficio con las restantes, por eso invierten cantidades limitadas», explica Bernal.

Que no les salga bien en el caso catalán es una posibilidad más que probable para los expertos. «Es imposible que un país no reconocido se financie», zanja Quemada. Menos tajante, Bernal desgrana por qué cree que sería una deuda abocada al «default». «Sin Hacienda pública, sin bases imponibles declaradas, con la salida del dinero, ¿cómo recaudaría el dinero para liquidar sus deudas? La caída de su actividad provocaría un aumento del paro que reduciría sus ingresos por IRPF; las empresas se están marchando, lo que mermaría el Impuesto de Sociedades; y el IVA, que va ligado al consumo, también caería con el frenazo económico», argumenta.

Source: The PPP Economy

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